Pasan los meses y este bebe-proyecto, crece. Incluso va camino de estar dentro de una red de proyectos que estudien, investiguen y creen espacios para los cuerpos vulnerables (no me voy a anticipar. Pronto te cuento sobre esto).

El caso es que nunca, pero nunca jamás, pensé que después de 6 meses (justo el tiempo que hace desde que salió la web) iba a tener la acogida, el despegue y el cariño que estoy recibiendo al estar mostrándolo-me (te/os lo agradezco infinito). Nunca pensé que alguien vendría por la calle y me diría: «Enara, te sigo y me gusta lo que haces». Lo que ocurre es que me he dado cuenta de que hay algo (muy muy importante) que aún no te he contado. Y hoy es el día. He pensado además, que quizá también a ti te suene de algo esto.

 

Te presento a Mis fantasmas

Te he hablado de la importancia de validar nuestras voces, te he contado de lo imprescindible de unirnos para crear, te voy contando mis ensayos teóricos, cocinados con mis vivencias y sazonados con conocimientos que voy adquiriendo. Sin embargo poco (o nada) te he contado sobre Mis fantasmas. Y resulta, que considero imprescindible que los conozcas, ya que ellos son (también) parte importante de esto que voy creando.

Estos (porque son unos cuantos) vienen conmigo a todas partes. Hubo un tiempo en mi vida en el que quise tenerlos lejos, quise incluso matarlos. Aprendí a ser una niña de primera fila y Ellos me recordaban mi condición de humana, me hacían ver que no era perfecta. Y es que yo siempre he tenido claro que lo que quería ser por encima de todo es Perfecta (Bueno, ahora ya no (tanto)). Esa perfección en donde no existen dudas ni incertidumbre, donde no hay pozos ni heridas. Según la propuesta neoliberal que nos venden, esta es solo luz, sonrisas y colores brillantes, todo muy moloner, muy wonderful y trae debajo del brazo una lista interminable con todo eso que debemos hacer para alcanzar esa idea de ‘ser felices de verdad’.

Voy asumiendo que Ellos me van a acompañar siempre, que es mejor que los integre como parte de mi, que los conozco. Comprender que yo no sería sin Ellos, que es interesante que les ponga nombre, que los considere y que incluso, los visibilice. Y voy poco a poco aprendiendo a abrazarlos (aunque a veces siga odiándolos). A sacarlos del armario oscuro y a dejarles ver la luz del día. A hacerles preguntas y a escuchar sus respuestas, porque en realidad, tienen mucho interesante por contarme.

 

Uno de ellos: La impostora

«En 1978 Pauline Clance y Suzanne Imes publicaron sobre el “fenómeno o síndrome de la impostora”. En su investigación, las psicólogas analizaron una muestra de mujeres con unos logros notables… que eran incapaces de internalizar. Desconfiaban de sí mismas. Estas mujeres pensaban que lo suyo había sido un engaño y que su fraude se descubriría tarde o temprano.» Neurs Arqués

«Principalmente consiste en creer que no mereces el éxito ni los halagos que has logrado. Lo atribuyes al azar, a que le caes bien a tu jefx, a que pasabas por allí en el momento adecuado, a que los demás te están haciendo un favor, etcétera. Es decir, a todos los hechos externos que puedan suceder menos al hecho de que te lo has currado como una campeona.» Amanda A. (Proyecto Kahlo)

¿Sufres el síndrome de la impostora? ¡Yo también! ¡Bienvenida al club! (si te sirve, me consta que somos muchas).

 

No creo en mí

No creo en esto. A veces cuando los estrogenos me inundad y estoy en mi top de energía Preovu, consigo darme unas palmaditas en la espalda. Otras veces, cuando acojo la progesterona que me inunda en Premen consigo ver que lo que estoy haciendo es …suficiente ¿? importante ¿?… nutritivo ¿?… interesante ¿?… Pero no es lo habitual.

La impostora aparece cada vez que abro la web con ganas de escribir, o cuando mantengo una conversación con alguien sobre el proyecto. Ella cuestiona cada entrada en el blog, cada publicación en las redes, cada encuentro, cada taller, cada idea… (Es una compañera muy fiel, la tía!). Le gusta decirme que soy insuficiente e innecesaria, que en realidad todos mis textos son demasiado largos, aburridos y liados, que no tengo títulos académicos que validen nada de lo que hago, que todo lo que escribo es demasiado ‘pensar en alto’, que debería definir mejor mis bases y tener una dirección clara, que quiero abarcar mucho…

Su frase estrella es: «¿Pero tu a dónde crees que vas, bonita?» (Es muy altiva, arrogante y poco empática, la verdad).

Ella me muestra mi propio ‘hombre económico’. Ese que siempre sabe qué hacer, que tiene todo bajo control desde su mente exclusiva y omnipotente, que cree que la Vida es una formula matemática que encaja a la perfección y que dará los resultados precisos en el momento oportuno. Es quien no tiene cuerpo ni emociones y quien únicamente persigue un objetivo: La dichosa (y productivista) Perfección.

 

La verdad

En realidad yo no se hacer esto. No he tenido antes un proyecto creativo nacido de mí. No tengo títulos que me validen oficialmente nada de lo que hago. Voy aprendiendo sobre la marcha, todo es una improvisación de dejarme llevar por lo que me late fuerte dentro, de formarme en la dirección que elijo, de ofertar lo que con mucho cariño voy preparado sin dejarme caer en mi propia rueda productiva. No tengo un guión definido, solo varias listas y carpetas rebosantes de ideas que me llenan de una alegría creadora que no había sentido antes y unas Compas-cómplices (maravillosas) con las que me nutro y voy poniendo en relación mis creaciones antes de que vean la luz de lo público.

Así que Ella, tiene razón. ¿A dónde voy? ¿Serán suficientes la alegría de crear y la confianza que me dais? ¿Son suficientes los trabajos de investigación y el permiso a la experimentación que me doy? Aunque a veces la respuesta me flojea, voy encaminada hacia el SI.

Quizá no debería de decírtelo, ¿cómo ibas a querer leer a alguien que no sabe donde va?. Pero es que pienso (con el corazón en una mano y las bragas en la otra), que si alguna vez te ha parecido que sé donde voy, te he mentido. Y entonces sí que seria una impostora. Y esto no es lo que quiero.

 

Soy una impostora suficiente y necesaria

¿Cómo no iba a serlo si el sistema esta creado únicamente para ese ‘hombre económico’ (que en realidad no existe)?

Llegadas a este punto solo veo dos opciones: Seguir perpetuando el querer ser como el ‘hombre económico’ (dejando fuera el cuerpo, las emociones y la vulnerabilidad, persiguiendo validaciones externas y pasando por encima de nosotras para llegar a ser alguien) o ser una impostora. Yo elijo ser una impostora y trabajar para sentirme además…SUFICIENTE Y NECESARIA. Así. Como mantra. Día y noche. Post-it con esta frase en mi despacho. Compas cómplices con las que me lo recuerdo. Todo el tiempo. Constantemente. Suficiente y necesaria.

 

¿Y tú?

Seguro que también tienes una idea/proyecto/ilusión que te late dentro, una pasión en la que no puedes dejar de pensar, unas ganas locas de hacer eso que llevas tiempo pensando, una decesidad que a ratos te inunda entera. Y quizá, lo único que te separe de encaminarte a ello sea que te sientas una impostora. Pues bien, justo igual que yo.

Y entonces, ¿qué hacemos? Mi opción e invitación es que la cojas de la mano (junto con el resto de fantasmas) y te la lleves a crear/hacer eso que quieres. No será perfecto, ni saldrá justo como tu ‘hombre económico’ (si es que lo tienes) quiere, sin embargo estoy convencida de que hacerlo, merecerá la alegría. Además, sera así como iremos creando realidades más tiernas en donde ‘el hombre económico’ (y su más sutil violencia lineal) sea únicamente un macabro recuerdo del pasado.

Yo voy con ella, y hoy, quería presentarte a la impostora que ciclicamente me acompaña. Si algún día nos vemos en Cuerpo, recuerda que ella esta conmigo. Somos inseparables y poco a poco, nos estamos haciendo amigas. Igual que la tal Martina y su Monstruo, a veces, hasta nos abrazamos.

 

 

Ilustración: Sara Fratini (Comic: «Una tal Martina y su monstruo»)


 

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