Antes de ponerme a teclear el proceso que me ha traído a la enunciación de este escrito (que es lo que haré en las próximas líneas), he de decirte que mi reflexión (como muchas otras) viene alimentada, nutrida, expandida (y acogida) por eternas horas de conversación con Compas de mi coñazón, y concretamente en este caso, fue en un (esclarecedor) hilo de la comunidad Soy1Soy4 en el que la cabeza me hizo boom! y pude comprender lo que (me) ocurría.

También quiero aclarar que es un tema profundamente complejo con el que se (me) abren un montón de recodos oscuros llenitos de contradicciones (bastantes de estas, poco escribibles, (me faltan palabras) además) y que la intención de este post es abrir el debate y auto-afirmar mi camino y mi decisión.

Esto de la maternidad puede parecer demasiado íntimo (en cuanto a circunstancias, bagajes, vivencias, etc.) y es por esto justamente, por lo que me parece (revolucionariamente) político que lo hablemos hasta la saciedad. Sobre todo porque es una decisión que determinará radicalmente toda nuestra existencia. Vale, si, no soy madre, pero tengo fuertes y cercanas evidencias de que esto es así.

 

Destino (único): Madre

Este año exactamente hará 21 años que comencé a ciclar. Y aunque diría que de forma consciente llevo como 18 años cuestionándome el tema de la maternidad, supongo que por género y construcción social, es algo que llevo muuuuchos más años rumiando dentro de forma no-consciente. Seguramente desde que nací y me vieron la rajita, es algo que vive en mí.

Mi relación de pareja desde hace muuuuchos años es con una mujer. Y sinceramente, creo que si no fuera por nuestro ‘ser/estar lesbianas’ y en consecuencia de que no podemos generar un bebé en una noche loca cualquiera, intuyo que ya sería(mos) madres. Durante años exploramos todas las posibilidades (en cuanto a lo técnico y también a lo emocional), luego ella decidió que no y hoy en día pues… (sigue leyendo).

En estos últimos años además, teniendo en cuenta que las treintañeras (casi cuarentañeras) de mi quinta (o cercanas) están pariendo, he visto que este gran interrogante se ha manifestado a lo largo y ancho de todas mis células, haciendo que se tambaleen mis cimientos, poniendo en evidencia la magnitud (complejidad, contradicciones y demás) de la decisión en sí.

Pienso en la cantidad de horas que abre(mos) pensado, balbuceado, hablado del tema, y en cuántas habrán sido para cualquier chico de los que iban conmigo a clase en el cole. Me siento afortunada de haber podido cuestionármelo (taaaaantooooo) con amigas-inspiración, pero pienso en qué hubiera pasado (que pasaría) si todos estos minutos nos los hubiéramos dedicado a nosotras, a cada una, y también a construir juntas esas otras realidades culturales que decesitamos.

 

Lugar (ecosistema para ello): Esta Cosa Escandalosa

Todas tenemos claro que al sistema capitalista, neoliberal, heteropatriarcal, machista… (Esta cosa Escadandalosa, vaya!) le interesa que nos reproduzcamos. Esta es “la misión” en la vida de cualquier (buena) mujer-mujer (así con copyright). Sin criaturas, la producción caería y con esto, la acumulación del capital vería mermada la velocidad de la rueda del “desarrollo”. Dicho de forma simplista, sin reproducción no hay mano de obra. Por lo que nuestra “fertilidad”, ya de base, está fuertemente enraizada en la construcción (y sucesión) ‘Homo Economicus’ que llevamos dentro.

Bajo mi punto de vista, Esta cosa escandalosa no ha generado NUNCA unas condiciones dignas para la reproducción ni para la crianza, y que decir si tenemos en cuenta el momento histórico que vivimos… Necesitamos un ecosistema (de cuidados) acorde a todo lo que esta decisión supone. “Maternar es político” que dice reiteradamente mi querida C. en redes. ¡Y la razón que lleva!

 

Idea (abstracta): El deseo de maternar

Soy consciente de la dificultad tangible de este enunciado. Sé que habrá tantas vivencias como personas (me lean), entonces me (te) pregunto: ¿Dónde está (para ti) este famoso deseo? ¿Dónde se (lo) siente(s)? ¿Cómo se (lo) siente(s)? ¿Cuándo se (lo) siente (sentiste) por primera vez? ¿A raíz de qué?

Sabiendo de la conquista que han realizado sobre nuestros cuerpos-deseos (más aun de las leídas como mujeres*), es imprescindible sospechar la relación de esto (que sentimos) con el objetivo capitalista de que la rueda siga girando “como siempre”.

No tengo respuestas claras en cuanto a esto del deseo de la maternidad. Ninguna. Lo abstracto de los sentires, de creerme, de validar(me) me tiene siempre en vilo… He sentido varias pulsiones en estos años, pero ninguna lo suficientemente clara como para decir ‘Si, quiero’.

 

Alternativa (decidida hasta que me quede sin ovocitos): Nuligestante (de bebés)

Como dato y como palabra que nos hemos agenciado para la resignificación (y para reírnos sanamente de cosas tan serias y solemnes como esta), hace poco mi querida I. fue a la gine y vio que en su expediente ponía que es Nuligestante. Es decir, que nuestra deriva ginecológica se escribe en relación a si hemos gestado (o no).

Hace ya unos años que mi decisión es no maternar. Además de que no me acabo de creer (ni de sentir) esto del deseo maternal, y de que considero que el sistema no es un ecosistema apropiado para traer (más/nueva) vida, mi vida (de adulta responsable que está aprendiendo a relajarse y a ponerse en el centro) está divertida y llena de viajes emocionantes en forma de encuentros, proyectos y escritura (¿he hablado de nuestro libro hoy? 😉 ), por lo que así, está bien.

Hay algo dentro que me dice que el famoso NO, no podrá ser “definitivo”  hasta que me quede sin ovocitos, que por más que lo tenga decidido, la opción a que finalmente sea Si está ahí. Siempre. Por lo que he decido acogerlo por medio de este enunciado: Será un NO en resistencia gustosa y decidida, hasta que sea un NO por plenopausia/menopausia.

 

Maternidad: Se puede partir del NO

La cabeza me explotó, como te decía al comienzo, el día que E. dijo que partíamos siempre del ‘sí’, y que era la deconstrucción/cuestionamiento de este SI (rotundo y con mayúsculas, tan inserto en nuestras bragas y en nuestro imaginario colectivo), lo que cada una podíamos hacer para finalmente decidir. Sin embargo, partiendo del ‘sí’, el ‘no’ es la opción perdedora, ¿¡verdad?! Si partiéramos del NO, y decidiéramos que NO, podríamos simplemente sentir validado nuestro deseo y fin del asunto.

El ciclo menstrual, el ciclo ovulatorio, el ciclo ovocitario (que es realmente como deberíamos nombrarlo dado que ovulo es como se llama cuando el ovocito SI ha sido fecundado) es la muestra de que la “fertilidad” puede dar vida y también puede dárnosla a nosotras mismas. Que podemos decidir maternar y también podemos decidir no hacerlo. Y ambas opciones son bien.

Creo que al igual que no partimos del ‘sí’ para tantas y tantas cosas que determinan nuestra realidad, aquí también deberíamos comenzar a partir del ‘no’. Porque quizá ese ‘no’, pueda darnos nuevos lugares para apostar por esos (otros) deseos que seguro que existen debajo de ese (supuesto, en mi sentir) (en)gran(decido) deseo de la maternidad.

 

Y tú, ¿Cómo lo llevas? ¿De dónde partes? ¿Cuál ha sido tu camino y tu decisión?


*La ilustración de este post es de Laura Arias.

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