Me he dado cuenta de que esto de ‘la hegemonía menstrual’ que te contaba hace poco, no es únicamente algo teórico. Desde que divagamos (y nos clareamos) en la comunidad Soy1Soy4 sobre este tema, y desde que escribí el post sobre ‘Cultura Menstrual normativa’, he seguido pensando en esto, y también he recordado vivencias que me han hecho preguntarme: ¿Por qué hay personas que piensan que por difundir cultura menstrual, yo soy una top del tema en mi cuerpo? ¿Qué ha podido ser lo que les haya llevado a sacar conclusión?

No, no, no queride. Ni de coña soy la perfecta menstruante (termino-flecha que acuñó Erika Irusta en este artículo), y más te diré: la menstruante perfecta no existe. Obvio. Lo sabes. Pero, ¿así te vives? Yo no. Obvio. La perfección me persigue desde niña y sigo dando pasos hacia ese ‘aceptar’ mis imperfecciones reconociendo mis límites y limitaciones, mientras que pongo en valor (y al servicio) mis dones y talentos.

“A ti seguro que no te duele la regla”, “Bah, tú en eso sabes cómo gestionarte”, “Seguro que tu controlas todo”… Han sido frases concretas que se me han quedado clavadas, y otras muchas veces han sido miradas que dicen más. Sin por supuesto querer hacer sentir mal a nadie y más bien realizando un ejercicio de autocrítica (las normatividades y prejuicios se nos instalan dentro tan rápido que da miedo, y a veces, una se sube a pedestales sin saber cómo ha llegado ahí), vengo a contarte como es la realidad de mis fases ahora, en estos últimos ciclos. Porque si algo voy aprendiendo también, es que la ciclicidad no implica ‘conocerse’ una vez y fin, va de no perderse de vista nunca:

 

MI MENSTRU

No me duele la menstru. Si, esto es verdad. La sangre suele llegarme suave y en el último ciclo tuve una revelación: Me sentía tan en calma que sentipense que, una menstruación sin dolor es el mejor estado del alma. B me dijo que esa sensación se parecía a la oxitocina del embarazo. Y yo, sonreí.

Me siento una suertuda con esto. Y aunque pueda leerse como un privilegio, tenemos que considerarlo un derecho. Antes me dolía más. Mucho más. Quizá sea el proceso que sigo de escucharme de forma activa. Intuyo que tiene que ver. Quizá sea la copa menstrual y también las compresas reutilizables hechas con amor por compas bonitas. Seguramente sea un poco todo.

En cualquier caso, dejo por aquí escrito que si le duele a une, nos duele a todes. Y que a veces, como te cuento a continuación, el ciclo menstrual duele aunque la sangre al llegar no lo hago.

 

MI PREOVU

En esta última temporada estoy odiando esta fase. Hemos sido muy amigas hasta que me he dado cuenta del espiditismo (de speed = velocidad = estrés) al que me llevan los estrógenos en esta primera fase del ciclo, y a veces, incluso cuando aún asoma algo de sangre marrón-final.

La manifestación de fantasmas auto-críticos se pone en marcha y asoman la insuficiencia, la rectitud, la velocidad, y sobre todo la impostora. Una impostora que insiste una y otra vez en que no hago lo suficiente. Y en que todo lo que hago, está mal. Fatal. Mal. Muy mal. Todo malamente.

Entonces, con esta bulla dentro, se me empiezan a contraer las tripas y cuando se me ocurre respirar, observo disgustada la bola de ansiedad que tengo en la boca del estómago. Procuro irme al monte o a dar un paseo, sin embargo, esta (imprescindible) gestión suele resultar una ‘pérdida de tiempo’ para el entrenador de gimnasia que llevo dentro. Y el bucle sigue, y el diafragma se convierte en una bola gigantesca que palpita muy fuerte. Y subo en picado a los infernales ‘abismos preovulatorios’.

 

MI OVU

Hasta hace un poco mi Compa I y yo nos reíamos mientras afirmábamos conspirando que esta fase era un mito (o un timo). Que ni libido, ni mujertez, ni nada de nada. Que nosotras no compartíamos ninguna de las características del arquetipo. Además, desde que supe nombrar mi cuerpo/mis fases, descubrí que he vivido los primeros 15 años de mi ciclicidad en esta fase de forma perpetua (cara al público siendo impertérritamente-simpática-todo-el-tiempo), por lo que sé, que desde que le puse nombre (y en consecuencias, existió), me cae bastante mal.

Aunque como decimos en la asociación Ara!Gorputz: “La ovulación es la cuestión”, y ovular es lo más importante para el ciclo menstrual pueda ser, el princesismo, la moñeria, la maternidad como máxima expresión de/en la vida, ese mujer-mujer que se asocia con esta fase me siguen chinando mucho, y aunque aún no he descubierto en su totalidad cómo se expresa este comienzo de la progesterona en mí, la calma que siento es muy aligerante después de varios días de exigencia máxima. Ah! Y últimamente me estoy encariñando con mi libido 😉

 

MI PREMEN

Es mi fase estrella. Pero vamos, que me dicen esto hace 5 años y me rio yo en la cara de quien osara decir semejante barbaridad… Una vez más, cuando supe de la existencia de este momento en el ciclo, y pude nombrar-me, sentí una profunda liberación. ¡Seguramente es la epifanía máxima en toda mi vivencia como cuerpo menstruante! Me ayudó mucho saber (además) que, había/hay más compas que lloraban cada mes, que había más compas que tenían cientos de dudas existenciales en esta fase, que había más compas que no entendían porque antes de que la sangre llegue, su vida se convierte en un auténtico tormento abisal. Poco a poco comencé a reconciliarme con la progesterona, e incluso a abanderar el club de las que consideramos que decesitamos un mundo (mucho más) progesterónico.

Sigo aprendiendo a fluir con/en esta intensa fase. Me parece un camino súper complejo. Somos unas valientas aprendiendo a vivir desde/con esta hormona en un mundo hiperestrogenizado. Es duro bajar a los abismos y ver las heridas que desbordan. Es jodido dolerse con lo propio y también con lo ajeno. Es terrible encontrarse sola transitando esto.

Quizá justo estas sean las claves que he descubierto para vivir-me (más) en calma cuando el ciclo va terminando: Saber que atendiendo los abismos encuentro tesoros, empatizar solo hasta donde pueda acompañar y estar acompañada de cómplices que entienden el idioma Balleno y que sostienen las cuerdas en esta espeleología mensual.

 

¿Y TÚ?

Como ves he utilizado las 4 fases arquetípicas-típicas para el relato. Sin embargo, sigo en la búsqueda de más, de otros y otres arquetipos que habitan en mí, y que al igual que los estados hormonales, tienen sus luces y sus sombras, sus límites y sus dones.

Y también como ves, no soy la perfecta menstruante. Ni de coña. Tampoco quiero serlo. Si de algo me he dado cuenta en este tiempo es de que, la perfección-exigente y la alegría-espontanea no suelen ir de la mano. Y si he de elegir quien quiero que me acompañe a vivir una vida que merezca, sin duda, me quedo con la alegría (de la imperfección).

Me encantaría saber cómo vives tus fases, y cuáles son las ‘perfecciones arquetípicas’ que has notado en ti, o que te han comentado. ¡Para no crear nuevas hegemonías, necesitamos todos los relatos! ¿Nos cuentas?


*La imagen de este post es un dibujo realizado con sangre menstrual por una servidora. He actualizado la Galería, en donde puedes encontrar este y otros muchos dibujos-(espero) inspiración.

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