Colapsando (coñoescrito)

Colapsando (coñoescrito)

Hace mucho que no coñoescribo, para publicar.

Honestamente, Compa, que tu mirada esté ahí, al otro lado, aún siendo amorosa, como sé que lo es,

hace que el miedo se apodere de mis tímidos dedos,

y que acabe (o empiece) siendo editada por mi misma, censurando lo que mis entrañas quieren decir.

Podría decir que no merma (que no mermo) sabiendo que tus ojos persiguen mis letras,

pero, te mentiría.

“No importa, puedo decirme igualmente sin que el desnudo sea integral”. Me relajo.

Y es que sí, necesito decirme desde aquí dentro.

No sé bien porque ha pasado tanto tiempo desde aquel último post.

Mente ganando a cuerpo, como siempre.

Y quizá también, el miedo constante de que me vayas a dejar de querer si descubres cómo soy.

Esto también siempre ahí. Impostora en modo on. Acogida. Aquí al lado de mí. Vamos juntas.

Voy. Vamos.

—–

Son tiempos movidos, joder, siempre parece que lo son.

(Además) estamos en tiempo entre eclipses,

Venus desciende hacia el inframundo y yo con ella.

Y si miro más aquí en la tierra, diría (y no soy la única) que el colapso ya está aquí.

Si, ya sé, colapso suena duro,

como a meteorito y todas esas escenas distópicas que tenemos grabadas a fuego en nuestros cerebros también un poco colapsados, y de las que he escrito mil letras.

Pero es mucho más real, quizá también mucho más lento e invisible

(o mejor dicho, invisibilizado, como todo lo que no interesa que sepamos/veamos).

Últimamente, ando obsesionada con la soberanía alimentaria,

con las sequías de tierras cercanas,

con la tierra que cada vez es menos fértil,

con los árboles que tanto nos dan y a los que tan mal-tratamos…

¿Qué vamos a comer en el futuro? ¿Y ahora, qué comemos?

¿Valoramos el oxígeno de los árboles? ¿La tierra que pisamos está viva? ¿Es fértil?

¿Somos conscientes de que nunca antes la devastación había sido tal?

Es como si lo urgente se me hubiera plantado delante de los ojos,

no pudiendo hacer mucho para escaquearme.

Aunque estoy aprendiendo a hacerlo, distraerme, digo, al menos a ratos.

Que ya sabéis como somos las “intensitas”…

Hace unas semanas me atrapó la tristeza. Y vi que venía para quedarse.

No es un sentimiento angustioso ni estresante ya.

Aunque han sido semanas abisales hasta que (me) he podido ubicar, decir, nombrar.

En realidad, es una amiga bastante vieja a la que siempre he querido desterrar.

La tristeza, digo.

Ahora la siento como algo más bien cálido y que me está ayudando a tener los pies en el suelo.

Sin drama, o poco.

Quizá también me está acompañando a echar raíz, cual plantita que por fin, ha encontrado su/un tiesto.

Quizá a apreciar más los momentos soleados, dejando que la alegría me invada entera.

Quizá a bailar con mis amigas, dándolo todo en un flying free épico.

Quizá a volver a re-mirar las prioridades en mi vida,

como quien sabe que nunca hay que perder la brújula interna de vista, y también que,

haciendo espacio y limpieza, habrá hueco para que la vida re-nazca,

en mis proyectos,

en mis complejidades,

en los armarios y discos duros llenos,

en la percepción que tengo de mi misma.

Igual está bien colapsar de vez en cuando,

para ver qué recodos de mi misma se me muestran esta vez. Una vez más.

Eso si,

que el colapso sea con amigis-amoras que son cuerda tierna y reguetón del güeno,

un hogar cálido entre árboles y nubes,

y pájaros que veo con mis nuevos catalejos de hace 50 años,

regalos personas-vivencias que no espero,

Venus siendo inspiración,

y herramientas que voy metiendo en mi mochila, mientras saco piedras de otros tiempos que ya solo pesan.

¡Que la tristeza me pille siempre b(i)en-deci(di)da!

Menstru día 1. 10/05/2022. Luna creciente


*La imagen de este posta esta pintada por mí. Sangre menstrual sobre papel acuarelable y algo de tinta china 🙂 Puedes ver más dibujos-experimento, AQUÍ.

Lo no-visible de los procesos creativos

Lo no-visible de los procesos creativos

Cada vez somos más las que creamos contenidos en (y para) la red. Sabemos que detrás de las pantallas, de todo ese montón de pixeles de luz brillante que nos cansan los ojos y al mismo tiempo nos dan vida (conocimiento, reconocimiento, lecturas, confrontaciones, etc.), estamos nosotras. Si, tu y yo. Y lo que creamos juntas, también. Sabemos que nuestras historias, relatos, creaciones y demás son indispensables para que la historia deje de ser contada por los de siempre.

Hay algo que, aún sabiendo que nunca será lo mismo que compartir en cuerpo y humores, nos da la alegría para seguir caminando. A mí me la da. Y esto es porque nos sabemos juntas. Compartimos cosmovisiones, pajeos, creaciones, y en definitiva, nos inspiramos las unas a las otras. Como te he dicho más de una vez, además de que escribir (y crear) me salva (del sistema-hostil y muchas veces, de mí misma), que tu estés ahí es indispensable para que siga teniendo ganas de poner mis dedos encima de las teclas, y que a través de ellos (y de ellas, las palabras) consiga decirme.

Obvio que sabes, o bien de primer cuerpo o bien porque lo intuyes, que detrás de cada una de las creaciones que, dicho sea de paso nosotras generosamente ponemos a disposición (la mayoría de las veces de forma totalmente gratuita), se esconde un montón de curro no visible. Por aquí, quiero desgranar(te) algunos de los puntos que, si estas pensando esto que está tan de moda últimamente de “crear tu proyecto, o tu marca”, estaría bien que supieras, y que sino es así, igualmente siento necesario que sepas para darle el valor que tiene.

El chispazo (en la ducha, o paseando, o mientras hablo con Compas)

En mi caso, (y te hablaré de los procesos de escritura porque los de la pintura son muy diferentes), la idea sobre lo que quiero escribir nunca asoma cuando el cursor parpadea en la hoja en blanco del LibreOffice. Suele llegarme en momentos en los que he de dejar todo y apuntar el titular. Entonces, ya tengo el título.

Puede parecer que la idea ha venido del cielo, que es magia o cosas así, sin embargo, la realidad es que siempre, viene de días (semanas o meses) de estar dándole vueltas a algo en concreto. En mi caso, nunca es algo ajeno, teórico o alejado de lo cotidiano. Diría que (casi) siempre tiene que ver con los procesos que voy acuerpando y caminando. Entonces, ‘La Idea’ llega después de conversaciones en relación al tema con diferentes compas, escribiendo en mis escritos, o cuando varias piezas que parecían aisladas se fusionan en un (maravilloso) eureka!

Que la llama prenda (siéntate y teclea)

Con el titular en la cabeza (y/o en algún post-it de estos que siempre tengo a mano), llega el momento de ver si las pocas palabras que contiene un título, dan de sí como para hacer una hoguera que de calorcito. Una vez oí que la escritura es básicamente re-escribir, y aunque de primeras no uso mucho este consejo (la mayoría de las veces parece que mis dedos vomitan palabras), son horas las que paso dándole forma al texto, eligiendo los subtítulos (adoro crear los subtítulos) y mirando si las frases y en general el texto, tienen sentido. Concretamente El sentido que siento que tiene que tener (trabalenguas!).

Cuidar de la hoguera (maquetación y corrección)

Después de las correspondientes horas de tecleo, de que la cosa diga algo que merezca ser leída, y si puede ser que aporte también algo “nuevo” (aquí la menda procurando tener a raya a la exigencia-extrema), llega el momento de la corrección. En mi caso, y dado que soy mucho de faltas de ortografía (no se si será porque, como dice mi ama, soy bilingüe o porque de siempre los acentos me dan toda la pereza…), mi querida Compa I, con su vista de lince azul cielo y un compasivo amor que acoge cualquier tilde que me haya salido volando, me lo corrige. (Desde aquí un gracias enorme, por esto, y por tanto, Rubis <3).

A continuación subo el texto al blog y lo maqueto, pongo los títulos en el tamaño que corresponde, escojo las etiquetas y las palabras clave para que el algoritmo vaya sabiendo que aquí estamos, pongo un resumen y…. encuentro la foto-dibujo-ilustración que, para mí, es parte imprescindible de ser buscada con mimo para que la “obra final” quede como quiero que quede. Esta parte no suele ser sencilla, siempre procuro que las imágenes tengan detrás personas con valores similares a los que yo quiero transmitir. Aún y todo, es también un momento bonito en el que encuentro nuevas ilustradoras o compas haciendo cosas muy lindas y que son de inspiración.

Que el fueguíto llegue a ti (newsletter y comunicación)

Cuando el post esta listo y programado para ver la luz, me pongo con la newsletter. En este texto (más breve pero normalmente intenso) procuro trasladar a quien me lee de dónde nace el escrito de manera más personal y cercana. Además de que ahí, en ese espacio al que tengo tanto respeto porque va directamente a tu buzón de correo, recopilo y comparto información (y recursos) que han sido imprescindibles para el proceso de ese texto, y al final del todo, pongo el listado de eventos, formaciones o historias varias en las que me ando. Esto suele traer copia-pega de links, recopilar carteles y subirlos etc. en definitiva, otra maquetación más.

He de confesarte que, aún habiendo pasado ya 6 años (en abril!) de que inicié este camino, el día en que he programado todo y que por tanto sé que vas a recibir la newsletter y el post, sigo poniéndome nerviosa (los nervios también son un trabajo para este cuerpo que cada día más aprecia la calma). Este proyecto nació (y sigue siendo) un juego, mi juego, pero como te he dicho en alguna ocasión es un juego muy serio, que aunque no tenga (de forma directa) dinero de por medio, es un compromiso conmigo misma y contigo, que me hace tener muy presente que hay cosas (muchas cosas) que no se compran (ni se venden) con dinero, como por ejemplo, el compromiso con una misma.

Apagando las llamas (y dejando las brasas encendidas)

Normalmente el proceso termina cuando publico el escrito en el FB (no me suele dar tiempo para ponerlo, todo lo kuki que me gustaría en IG, por tanto no lo pongo). Después llegan los comentarios en el blog, y a veces, también emails en donde me contáis cosas bonitas y/o que me conmueven… en cualquier caso, llegan las muestras (que tantísimo atesoro y que tan importantes son para que mi propia llama no se apague) de cariño y que me hacen saber que el mensaje ha llegado a algunos cuerpos-realidades.

Hay algo en todos los escritos que publico que pretende mantener una llama conjunta, es decir, que no sean focos aislados. Por esto, una y otra vez suelo volver a lo que escribí, y procuro mantener el juicio a raya porque no siempre me gusta como expresé algunas cosas. Sin embargo, para mí, lo importante de todo esto, es que lo que hago aporte algo a la forma de vivir que tanto necesitamos. Juntas, acuerpando teorías desde los más oscuros abismos o desde los cielos más soleados, creando herramientas para destapar aquello que lleva demasiado tiempo así y, en ultima instancia, generando una “nueva” (renovada) cosmovisión en la que, en definitiva, lo no-visible (como el ciclo menstrual, la economía feminista, los abismos,…) tenga el lugar que merece, y que merecemos (y queremos) que tenga.

Si te apetece, me encantará leer cómo son tus procesos creativos, y sobre todo, lo no-visible que, demasiadas veces, es invisibilizado por nosotras mismas, quitándole valor, o por el propio sistema al que le viene mejor que todo esto no se cuente para que sigamos siendo esa emprendedoras auto-explotadas que viven para currar, y para “ser alguien”. Yo ya soy alguien y tú también. Que no se nos olvide 🙂


*La lustración de este post es de Marla Freire: «Menos musas, más creadoras»

Abismos (renovados) de una pandemia (Parte 1)

Abismos (renovados) de una pandemia (Parte 1)

«Veo un camino delimitado por una enredadera de pinchos, como los que aparecen en los cuentos de princesas. Verde en distintos tonos, y con diferentes texturas. Esos pinchos que delimitan son conocidos, eran conocidos quizá. Algunos, los hemos trabajado juntas, o en terapia, o escribiendo, o indagando muy hondo en el cuerpo-vivencias de cada une.

Con la pandemia, con esto que llamamos Covid, ha crecido una nueva enredadera más cerca de mí. En el medio es donde está el camino por el que caminamos la vida, y se ha estrechado considerablemente. En algunos puntos las enredaderas se entrelazan entre ellas. Me pincho constantemente porque no conozco la dimensión de esta nueva planta, ni tampoco cómo es en los puntos trenzados. Algunos momentos siento que está muy (más) cerca, y las texturas, colores y matices han cambiado sutil o radicalmente. El camino del medio, por donde voy/vamos andando, es el espacio disponible para la alegría, el cariño, los vínculos y el amor. Para un transitar gustoso hacia esa/en esa Vida que merece ser vivida.

Es importante reconocer con qué/dónde delimita para poder seguir caminando por un camino que identifico, que (re)conozco», y por supuesto, hacer lo posible para ensanchar toda estrechez impuesta.”

 

Jugando juntas a los abismos (o a reconocer los pinchos de esa enredadera renovada)

La introducción de arriba es la que escribí para proponerles a 3 amigas-hermanas que jugáramos juntas a hacer espeleología por los abismos que al haber pasado el bitxo, o al haberlo tenido muy cerca, habían asomado en nosotras. En el camino de esta investigación colectiva, se ha sumado otra compa y otro amigo.

Eskerrik asko de corazón a todes (Idoia, Ione, Esti, y a les otres dos compas) por haber accedido a jugar conmigo. Compartir miedos, pinchos, abismos y angustias en general, es liberador. Además de validarnos, en mi opinión, sirve también para tener la confianza, de que juntas, seguimos caminando los caminos (hacia) de la Vida.

Aquí abajo tienes el listado de lo que nos ha salido. No he querido editar el singular o el plural, consciente de que, la mayoría de las veces, algunos de los miedos se nos camuflan dentro hasta que une-otre, les pone palabras. Tampoco he querido modificar la forma de narrar de cada une. Soy consciente de que ha quedado un texto bastante caótico (y largo), sin embargo, pienso que así son los abismos, y más aún si nacen de 6 cuerpos que sienten y están Vivos.

 

 

!!!! Importante (o trigger warning como se le llama ahora) !!!!

A veces (la mayoría de las veces), entrar en los abismos no es una opción cómoda. A veces, como en nuestro caso, ni siquiera es una opción. Por lo que mullir-te el contexto (como tú lo necesites) es muy bien. Te recomiendo hacerte una infusión o servirte una birra. Quizá quieras proponer a alguna Compa hacer una lectura conjunta y ver que se os mueve…

Abismos renovados (o algunos puntos donde la nueva enredadera se entrelaza con la anterior)

Miedo al miedo que da expresar los miedos. Partimos de aquí con este texto-expedición. Del miedo que nos da compartirte todas las voces que charlan-discuten-debaten-gritan en nuestras mentes (muchas veces) de forma ansiosa. Te pedimos que leas este texto con comprensión y compasión, y que si asoman las tuyas, las trates de la misma forma.

Miedo a la muerte como algo aún mucho más cercano y presente. Esto en sí, ya es un temón en nuestra sociedad.

Miedo a la enfermedad como la vulnerabilidad de ser “un cuerpo” que muta. ¿Quién me ha contagiado?, ¿me quedaré de esta manera para siempre?, ¿pasará?, ¿cuál será el siguiente síntoma que tendré?, ¿cómo sería mi vida quedándome en enfermedad?, ¿me moriré?, ¿se morirá alguien que quiero?

Miedo a sufrir, tanto física como emocionalmente, ese que nubla el pensamiento.

Miedo a mi nueva tara mental, esa que se está desarrollando y que aún no conozco muy bien (acá los abismos o los pinchos de la enredadera).

Miedo a no poder dar una explicación lógica y racional de lo que me esta ocurriendo.

Miedo a la melancolía, a la apatía y a la nostalgia abrumadoras. Tuve miedo a que el mundo, el tiempo, la gente, los proyectos desaparecieran de mi espectro mental y emocional, y llegué a pensar que solo existían mi cuerpo y mi dolor. Me dio miedo el grado de dependencia que supone estar confinada.

Miedo a la soledad/abandono. Soy contagiosa, soy un arma biológica, una terrorista de la salud pública, mi existencia atenta a la salud pública, mejor me aíslo, me quedo sola, dejo de existir. En un plazo más largo temo dejar de sentir que sé relacionarme/comunicarme/existir y ser validada en la mirada del otre, me siento insegura relacionándome = dejo de relacionarme. Me siento rechazada por gente querida. Cuando estamos en la máxima vulnerabilidad que supone una enfermedad, nada de asistencia ni de contacto. Abandono en estado puro = Soledad.

Miedo a imaginar un mundo sin contacto, frío, triste y gris.

Miedo a no saber comunicarme/relacionarme. También tengo miedo a las taras de la gente, en general y en particular de las personas de mi alrededor. Tengo miedo a la rabia incontrolable. Tengo miedo a perturbar a la gente. Me da pánico la política de “todxs contra todxs”.

Miedo a abandonar mi/nuestros proyectos/criaturas. No poder dedicarle atención y que se amontone el curro. En este sentido, no poder cumplir con mis elegidas responsabilidades: cuidado de amigas y bebé.

Miedo a no cuidar, a tener actitudes de indiferencia, no acogida hacia mi gente. Tengo miedo a no cuidar como quiero cuidar.

Miedo a arrepentirme de no haber pasado suficiente tiempo con mi abuela, cuando muera.

Miedo a los ataques de mi familia de origen. A mi falta de memoria. Mis lapsos. A que me cambie el cuerpo, a los cambios que ya ha gozado.

Miedo a no saber. A no saber analizar. Situarme. Tengo mucho miedo a sentirme en tierras movedizas. Sin tierra firme.

Miedo a ser una superficial-alegre y también a ser una amargada de la penumbra. Tengo miedo a juzgar y a juzgarme. Tengo miedo a mis cadáveres interiores. Y también a los duelos. Tengo miedo a quedarme atrapada en el pasado.

Miedo a no saber apreciar lo bello.

Miedo a los cuerpos como lugar de infección y de contagio. Distancia social. Cero abrazos, cero emociones borradas por la mascarilla, las amigas visitan, pero desde el cuarto piso/calle, o en la escalera, no conozco (con las mascarillas) a conocidas queridas, soy una borde porque no les saludo. Miedo a dejar de saber relacionarme, a no volver a ser el ser social que (a veces) fui. Donde me difuminaba en la masa de manera de lo más gustosa. Miedo a ser una bitxa rara solitaria, aislada.

 

Y tú, ahora, ¿cómo estás?

Ahora que has llegado hasta aquí, que te has asomado a nuestros abismos (que quizá también sean los tuyos) y que es probable que hayas sentido alguno de los pinchos pincharte: Respira hondo, mueve el cuerpo, estírate, siéntete, llora si así te sale, escribe, pasea, baila, muévete.

No te paralices. No te quedes quieta. El miedo (los miedos) producen 2 reacciones: Parálisis y agarrotamiento, sin que puedas hacer nada más que estar en pánico, o impulso hacia la acción.

Esto es un ejercicio de re-conocimiento de dónde estamos, para después, cuando podamos, cuando puedas, seguir caminando. Nos quieren quietas y asustadas, y nosotras estamos dispuestas a dejarnos la vida Viviendo. Sabiendo, que es imposible hacerlo, sin antes, haber reconocido el camino por el que andamos. Con sus enredaderas de pinchos y sus flores primaverales.

(Este post tiene parte 2. Pronto la publicaré).

Pd: Recuerda que si lo decesitas puedes escribirme desde aquí, y si te animas, puedes dejarnos tu sentir en los comentarios de este post para seguir dándoles forma a estos abismos.

Pd2: Te dejo por aquí ESTA caricia-musical de La otra, Eva Sierra y María Ruiz, una verdadera joya para que tengas una tierna salida de los abismos 🙂


*La imagen de este post es una foto sacada en la calle donde vivo. Adoro cuando veo la prueba gráfica de lo que sentipienso!

GRATITUD (en mayúsculas)

GRATITUD (en mayúsculas)

*pie de foto: «Nuestro cuerpo cíclico, no entra en vuestro sistema lineal»


Acoger esta emoción que enuncio en el título, como el resto, tampoco es sencillo.

Se me hincha el pecho, el corazón, el diafragma.

En realidad, hay una parte que reconozco como ego (quizá más que una parte),

porque cuando me gusta ser vista, me gusta SER VISTA.

Y hoy ha sido un día así .

De enseñarme al mundo. De ponerme al servicio, procurando, tenerme muy presente.

 

El agradecimiento que estoy sintiendo estos días, me tiene ciertamente abrumada.

Son decisiones tomadas y errores acogidos.

También alegrías, amores y tristezas cálidas que se acumulan en un pecho que se abre.

Son yo, ahora, con unas raíces que se fortalecen, que junto a otres (y conmigo misma) nutro y abono.

 

A veces siento que el globo de helio que soy, será soltado de la mano de esa niñita de ojos ilusionados,

Y bufff…. adiós y hasta siempre.

En un abrir y cerrar de ojos pasaré a ser un poco más de esa basura cósmica que da vueltas a la tierra.

Incluso temo nombrarlo, teclearlo, como ahora,

no vaya a ser que la magia se disipe (y más cosas de esas que nos decimos cuando las cosas van «bien»… tu sabes!).

 

El otro día (acompañada, claro está) vi que no suelo cerrar el ‘ciclo de la necesidad’ de/en esta emoción.

[En la Comu Soy1Soy4 senti-aprendí hace poco que las necesidades tienen este ciclo: 1. Sensación // 2. Percepción // 3. Energetización // 4. Acción // 5. Contacto // 6. Retirada // 7- Celebración o duelo]

Entonces veo que hay una parte de mí que quiere seguir flotando,

habiendo pasado por todas las fases pero sin querer llegar a la 7,

incluso cuando he tenido durante más de 12 horas los pies a unos centímetros por encima del suelo,

y me siento realmente agotada.

(Ojalá flotar siempre con un nudo firme de varias vueltas… ¿verdad?)

 

También sé que me cuesta celebrar.

«No están los tiempos para mucha fiesta»- Pienso.

Y tampoco tenemos una cultura a medida de nuestros calendarios cíclicos,

solo tenemos esos días de guardar que marca el calendario fálico-gregoriano.

 

Hoy es un buen día para validar y celebrar la ciclicidad. Luna llena.

Nos imagino aullando fuerte, en un grito alegre y que diga que aquí estamos.

Juntas, alrededor de un fuego y con perreo feminista sonando de fondo.

“Viva el perreo y muerte al trabajo”- retumba en mi cabeza el lema de Tremenda Jauría.

Cada una con sus logros (y sus errores) sabiendo que todos son importantes,

y que los hemos logrado (o hemos sobrevivido) juntas,

Y que sin elle, sin ti, sin mi, no hubiera(n) sido posible.

 

“Nuestro cuerpo cíclico no entra en vuestro sistema lineal”.

Con dos. Habia que decirlo y se dijo. Yo en realidad dije algo más largo…

Y Oihane lo ha sintetizado cogiendo la referencia de este artículo que, para mi y también para otras, fue semilla,

y lo ha puesto en una bella ilustración.

Y me la ha enviado con un mensaje llenito de cariño.

Contándome que está disponible para la manada que ya somos e invitándome a la suya.

¡Y que así sea!

 

Siento la Vida un regalo escurridizo.

Sobre todo sabiéndome en fase ovulatoria, esos días en los que veo el mundo (algo más) amable.

Soy consciente de que muchas veces (cuando lo siento, que ha quedado claro que soy cíclica),

si esto es así, es porque tengo el privilegio de habitar espacios seguros.

(¿Cómo puede ser esto un privilegio?)

Espacios protegidos,

lugares en donde me permito ser, y se me valida.

Expreso lo que hago sin ser juzgada y con ello yo tampoco me machaco, o al menos, lo hago menos.

A ver, que no todo es un campo de rosas, entiéndanme…

Quiero decir que habiéndolos sentido mínimamente seguros,

me he ido animando a expresarme,

a hablar de cuerpos, emociones y menstruaciones,

y esto me alegra mucho el alma. Y hace que me sienta llena de gratitud.

 

Y me hincho otro poco y vuelvo a temer procurando imaginar cuándo saldré volando.

“Agarra bien la cuerda, peque”.

 

Hoy celebro conmigo, contigo.

Y aúllo con todas las otras peques, con las que, juntas, sostenemos nuestros globos.

 

19 de noviembre del 2021. Ovu dia 10.


*La maravillosa ilustración de este post es de Oihane Beñaran (IG: @sorginkeriak)

**Una de las razones de mi gratitud es que me van a dar un premio por un texto y un dibujo (pintado con sangre, obvio, jejeje) en el concurso (y otro montón de cosas molonas para dar visibilidad a las mujeres* rurales) que ha organizado la federación Landaola dentro del proyecto «Landa Emakumeak Gara».

Transformando desde los lodos

Transformando desde los lodos

Desde finales del curso pasado no he parado de darle vueltas a la palabra T R A N S F O R M A C I Ó N.             Sobre todo, porque me acontecen un par de procesos de re-ubicación que estamos transitando en las estructuras en las que participo, y mi teoría (que cada vez tengo más clara) es que hay dos formas de organizarnos: de modo jerárquico y siguiendo las tan conocidas (y dolorosas) formas del modelo Homo Economicus (HE en adelante), o las que van caminando hacia la horizontalidad queriendo re-construirnos en eso que hemos denominado Humana Socialis.

Para esta segunda opción, y como te cuento en este post, hay que quitarle el brilli-brilli al asunto (y a la palabra) y estar dispuestas a enfangarnos hasta arriba, o más bien, hasta el fondo. Partiendo de nosotras y yendo a ver las mierdas de lo que, por inercia, quedan también debajo de las alfombras de lo que construimos colectivamente. (En el anterior post titulado “Carta abierta a Remedios Zafra” (lo lees aquí), también te contaba sobre este tema).

Todes soñamos con una transformación real, tangible, de cuerpos y realidades-ficciones más tiernas y cuidadas. Pero, ¿Cómo podemos hacer esto?, ¿Cómo podemos crear estas otras realidades y que realmente sean transformadoras? ¿Qué narices significa esta palabra, y qué se esconde entre esas 14 letras? ¿Hay demasiado brilli-brilli siendo el tema algo mucho más fangoso? A esta última pregunta yo respondo rotundamente que .

 

Discursos (no) acuerpados: De fuera hacia dentro y viceversa

Es verdad que hay palabras que dicen más de lo que activan, y aunque necesitamos los marcos teóricos que definan (de la forma más atinada posible) los lugares de actuación, el peligro es que nos quedemos dándoles vueltas (yo la primera, que sabes de sobra lo mucho que me gusta pajear, …) a los discursos revolucionarios, a los ensayos que pretenden contener la Vida, a los panfletos y documentos que quieren, por ejemplo, salir del capitalismo, pero que no han revisado cómo opera este sistema, tanto en el nivel más macro (esto suele ser más sencillo porque lo vemos “fuera”), como en el nivel más micro (¿Cómo es tu Homo Economicus? ¿Lo has mirado de frente y sabes que hábitos y formas (te) acompañan a perpetuarlo?).

No habrá transformación sin ensuciarnos. No habrá cambio sin bocetos, ni pinturas corridas. No haremos nada nuevo si no somos capaces de pararnos a mirar con detenimiento el cuadro guarreado que tenemos delante (y dentro) y sin que le (nos) saquemos los colores. Puede haber propuestas de purpurina que parezcan muy molonas, pero seguramente, el sitio de donde parten (esos lagos en calma aparente y rellenos de “bienestar” que son el paisaje que el capitalismo nos quiere seguir vendiendo) será muy similar a lo ya conocido, y que de base, tiene muy pocas posibilidades de ser realmente transformador.

Nadando en los fangos (propios y colectivos) y procurando no hundirnos

Como te digo, queremos relacionarnos de “otras formas”, y queremos que nuestros proyectos, emprendizajes y estructuras también (nos) contengan (en) estas formas. Sin embargo, (me) observo atónita cuando queremos (y nos auto-exigimos) que esto esté “estable y definido” ya mismo. Que sea un nuevo lago de aguas cristalinas inmediatamente. Como si tuviéramos una varita mágica a la que le pedimos un deseo y nos lo concede: “Quiero que el capitalismo, las relaciones capitalistas y mi HE desaparezcan ya!”.

No, amiga, seguro que sabes de primer cuerpo, que no es tan sencillo.

No olvidemos que querer vivir en un “producto acabado y si puede ser bonito, mucho mejor”, es una de las características base del capitalismo más rancio. Por lo que creo, que la transformación como tal, trabajar en ella, para ella, con ella, conlleva un aprendizaje complejo pero que puede resultar revelador para la Vida en este siglo que nos ha tocado vivir: Aprender a nadar en los fangos de las pruebas-error que no siempre salen como nos gustaría, y en las que además nos ensuciamos hasta arriba.

Es un camino de interrogantes que pinchan y que al mismo tiempo, invitan (y motivan) a ser resueltos. Es una apuesta por la incertidumbre. Es un ir “hacia adentro” para ver los pegotes violentos que han ido instalándose a base de años de capitalismo intravenoso, y reconocerlos, mientras que accionamos “hacia afuera” para que esto se convierta en transformación. Y esto es complejo, y a veces, en vez de un único charco de lodo, puede parecer un desierto entero lleno de arenas movedizas fangosas. A mí suele pasarme esto… y es bastantes desolador…

 

Rescatando perlas, que a veces no brillan tanto

A veces, entre brazada y brazada asoma una orilla de arena brillante en la que el sol nos acoge gustosamente. Nos tumbamos a respirar, a gozar, a descansar, a compartir como han ido los últimos (kilo)metros de travesía. A ponernos unas medallitas que nos den la alegría para seguir el camino. ¡Porque nos lo merecemos, faltaría más!

Otras en cambio, las aguas se vuelven oscuras, muy oscuras y parece que vas a ser engullida por la espesura. A mí me pasa sobre todo en Premen, y a veces, también en Preovu. En ocasiones, te hundes más y más con cada intento de asomar la cabeza. Pero sabes de sobra, que no habrá flotador que te salve, sabes, que “la salvación” la encontrarás abajo, bien abajo. Dentro. En los abismos que aguardan en tus vísceras. Entonces, te rindes y caes sin que haya otra opción.

Allí abajo, puede ser (ojalá) que rescates alguna perla, alguna revelación. Puede ser que te des cuenta que has vuelta a caer, que el sistema te ha vuelto a pisar la cabeza, que tu HE ha vuelto a ganar. Quizá (ojala), los tesoros que halles allí te den el impulso para volver a la superficie, quizá (ojalá), esas revelaciones te den la alegría (y la fuerza) de querer seguir nadando, y de hacerlo en el fango cuando toque. Porque el fin lo merece. ¡Las Humanas Socialis (en prácticas) ya estamos aquí!

 

De mayor quiero ser nadadora de ciénagas

Hace ya unos años que sé que quiero estar al servicio de la transformación. Y de paso, transformarme con Ella. Y tengo la alegría de escribir que así está siendo. No ha sido una decisión consciente, más bien diría que es donde mi curiosidad y mi no-conformidad con la vida que nos venden los anuncios, me han traído.

Ya son varios años los que llevo trabajando en proyectos molones y transformadores. Creando (en relación) estructuras “nuevas” que pretenden ser formas alternativas de organización para esa Vida que ansiamos. Mi última revelación en cuanto a cómo llevar el camino de frustraciones en el que a veces deviene esto de crear, es convertirme en vecina de Fiona y Shrek, y aprender a nadar en los lodos.

¡Quién sabe!, los lodos son medicinales y hacen que la piel se nutra, ¿verdad? Quizá incluso podemos hacer travesías comunitarias al gran abajo, y después, tumbarnos embarradas a secarnos al sol, para que estos barros nos dejen las pieles tersas, renovadas y sobre todo, transformadas. ¿Te vienes de excursión?

 


*La imagen de este post es la interpretación de mis abismos. La he pintado yo 🙂

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies