De lo micro a lo macro (del ciclo menstrual al ciclo de Venus, pasando por la Tierra)

De lo micro a lo macro (del ciclo menstrual al ciclo de Venus, pasando por la Tierra)

Es curioso (y muy lógico y sincrónico) que lo que empezó por aprender a/poder nombrar aquello de “lloro cada mes, qué narices me pasa” como una característica Premen (que hoy sabemos como una deriva de la progesterona) e ir entendido la movidita menstrual, se le sume estar aprendiendo a mirar las estrellas y los planetas.

Porque amigue, aquí, en esta vida, todo cicla. En medio, como (insistentemente) te vengo contando últimamente (aquí y aquí, por ejemplo), estaría el proceso de recordar las conexiones en relación con la Tierra y a lo que (aún) late. Y conjuntando estos mundos me encuentro estos meses…

Si recogiera mi trayectoria de estos último años en unos cuantos versos, sería algo así:

“De mí a ti, de ti a mí, (validar-nos)

de ti y de mí a nosotres, (colectivizar)

de nosotres a la Tierra, (re-cordar)

de la Tierra al territorio, (politizar)

y de ahí al Cielo.” (cambiando el paradigma)

Lo matérico contra lo sutil

(o de cómo organizarnos socialmente teniendo en cuenta también lo que no podemos controlar, y lo que, además, ni siquiera deberíamos intentar)

Siempre temo ponerme mística. Y últimamente me vengo validando que esto tiene que ver (una vez más) con lo limitado de mí-nuestra cosmovisión occidental (u occidentalizada). Pero, ¿y qué onda con hablar y poner palabras concretas a lo no-tangible?, ¿a eso sutil que sabemos que está ahí aunque no podamos verlo?… ¿Por qué me avergüenzo? …

Es como si mi discurso sobre economía (y formas de organización) tuviera menos seriedad y credibilidad si digo que Venus está ascendiendo del Inframundo (después de un otoño tela-marinera), y que este tránsito puede ser relevante para estarnos sintiendo (o haber pasado unos meses) bastante en la mierda y revueltas. ¿Acaso esto no influencia a la economía terrenal?

Veo que es, una vez más, lo tangible contra lo sutil, el poder estrogénico aplastando a la progesterona, es, una vez más, el intento de sostener un estado constante de preovulatoria-productivista-estresante sin nada de premenstrual-descansadora que renueva.

La mística y lo matérico no están separados, y en mi caso, estar pudiendo comprender esta no-separación, me está resultando de ayuda para seguir encontrando pistas que respondan a esta Preguntaka que tan bien suele recordar Paula (astróloga-compa con la que comparto camino): “¿de qué va esto de la Vida?”.

Un misticismo ubicado (dentro de un capitalismo zombi)

Si como yo naciste en los 80, quizá no estés bautizada. Yo no lo estoy. Pero esto no quita para que sea hija de esta sociedad judeocristiana, y que entre otras cosas, me sienta huérfana de rituales y misticismos que me ayuden a conectar con mi parte espiritual, más allá de los que se dan dentro de “los templos sagrados”, los cuales, desde una distancia razonable con la iglesia, siempre he observado con cierto miedo y curiosidad.

Los rituales (que son creadores de la mística), que conforman subjetividades y crean sociedades alrededor de estos (como ritos de paso que van marcando la vida y demás momentos celebrativos), no dejan de ser, en mi opinión, imprescindibles para ser parte de- y para validar ciertos hitos que son de gran calado en la vida de une. Pero todo está bastante desvirtuado, y como te digo, yo al menos me siento huérfana de ese paganismo terrenal y enraizado que también parece ser que fue, A.C. o algo…

Como buscadora (huérfana) incansable (y queriendo “creer en algo”) llegué al newage-ismo hace ya algunos años (una ya va para Señora, querida). He leído y oído muchas veces esto de que “arriba y abajo es igual, que dentro y afuera se asemejan, que somos espejos y que la vida es mucho más de lo que somos capaces de ver”. Puedo sentirlo, pero ¿y entenderlo?

Aunque mi intuición dice (mientras discute con mi más terca racionalidad) que esto es así, algo me sigue generando ruido, y pienso que tiene que ver con que, en general, estos discursos me suenan des-enraizados (fuera de la Tierra que habita), des-ubicados (fuera del contexto físico pareciendo algo universal) y des-politizados (fuera del marco socio-económico).

En realidad, por lo que voy descubriendo, la mística está mucho más cerca (que ese supuesto Dios), es mucho más cotidiana (pudiéndose encontrar mirando un árbol) y es mucho más terrenal (porque también somos habitantes de lo sutil).

Solo el paradigma cíclico y conectado a la Tierra (en la que habitamos) “nos salvará”

Los rituales que he ido (avergonzadamente) practicando (con mi flujo menstrual, en fechas paganas, en algunos procesos de duelo, con el ciclo de Venus… y ¿puede ser una manifa feminista, algo místico?) me han llevado a, incluso aun siendo pobres, escasos y ciertamente solitarios, a una mística propia, ubicada y enraizada. Pequeñita, pero que de alguna manera siento sólida. Es mía. Está reinventándose con lo que a mí me sirve, y así, es bien.

Ciclar, primero desde mí y luego sabiendo de esos otros ciclos que se dan (y que por cierto, sin los cuales, como es el de los árboles y la Tierra, la Vida no podría ser), es como voy comprendiendo lo grandioso, lo complejo y lo necesario de recordar esto del paradigma cíclico. De mirar el cielo estrellado, tanto el de ‘dentro’ como el de ‘fuera’, de comprender toda la sabiduría que aguarda nuestra atención en eso que llamamos ‘naturaleza’.

Lo que aún late está (siempre estuvo ahí) en esa cosmovisión no-lineal, que considera lo espiralado de los procesos, lo necesario de una oscuridad resignificada, la necesidad de un inframundo, de donde traer perlas a la luz y donde enraizar bien hondo. Siento que es urgente que recordemos (todo) esto.

Yo sigo observando mi ciclo menstrual y sus fases (cambiantes, aunque viejas amigas ya), y desde hace un tiempo, también lo hago acompañada por Venus (y su maravilloso ciclo sinódico), y aunque el susurro de la Luna (y del resto de planetas) aún sean un murmullo que escucho gustosa, continúo afinando mi oído atenta y curiosa. Seguir recordando conexiones, parece ser que es la tarea que la Vida me tiene asignada últimamente. Sigo en ello. Sigamos en ello 🙂


*La imagen de este post es mía. Últimamente me esta dando por pintar con acuarelas 😉

Resignificando la Oscuridad

Resignificando la Oscuridad

Ya ha llegado noviembre, y durante octubre no ha habido post. ¡Oh, Diosas! ¿Cómo ha podido ser? No he tenido energía, octubre ha sido bastante oscuro, y, ¿acaso voy a venir (otra vez más) a contarte lo sombrío de los abismos?

(¿Cómo estás tú, queride? ¿Qué tal te está yendo durante estas semanas movidas? No lo digo yo, lo dicen los astros. Hoy, día en el que tecleo, 8 de noviembre, Venus sigue en el inframundo, tenemos un maravilloso eclipse de luna en Escorpio, y más cosas que no soy capaz de contarte. Pero vaya, que la fiesta astrológica está servida… te invito a que, si te resuena, investigues. Para mi aprender a mirar el cielo oscuro, está siendo una de las experiencias más bellas y esclarecedoras de los últimos años).

Pues parece que si, que venirte a contar sobre lo que no se ve, es lo que único que puedo hacer. Eso sí, prometo hacer un intento de resignificación. Darle un giro. Contarte sobre mi proceso de hacerme un txokito (huequito) cálido y mullido allí donde la luz del sol no llega. O de como abrir paso a los rayitos que se cuelan para recordarnos que seguimos palpitando.

He intentado escribir múltiples veces estas semanas, la disciplina que tengo hacia mí con este proyecto, y hacia ti que me lees, pretende ser tierna y al mismo tiempo, está llena de compromiso. Si (me) digo “una vez al mes publicas un artículo”, lo hago o me enfado mucho. En realidad, como sabes, aunque este es mi juego (el que me acompaña a aprender a nombrar-me y a practicar la escritura como el arte que es), es un juego muy serio.

Ha sido mi querida amiga E. (compañera de relatos estelares y paseos entre lodos) la que me ha dado en la tecla. Ella, en este tiempo en el que estamos compartiendo un nuevo trozo de tramo-vida hablando mucho sobre lo que acontece en el cielo, me insiste en que vea la importancia que tiene nombrarme y decirme en mi camino. Con ella he sabido que tengo 2 núcleos de encuentros en mi carta natal muy determinantes para esto de “resignificar la oscuridad”.

El club de los Señoros…

Tengo a Marte, a Plutón y a Saturno en Escorpio. Los tres muy cerca entre ellos. Y para entenderme de que parte de misma estoy hablando, he decidido llamarles “el club de los señoros”. Marte, dios de la guerra, Plutón, dios de la muerte y Saturno, jefazo de los límites y de la autoridad, campan a sus anchas por el signo de lo profundo por excelencia: Escorpio. Cuando descubrí este pack de dureza, complejidad y oscuridad (innata) en mi carta, con todo el sarcasmo liberador de unas buenas carcajadas, me autodenominé “Reina del inframundo”. Luego, además, supe que mi Venus de nacimiento, está también en el inframundo (ejem).

…y la pandi de les que abren las brechas para que entre la luz

En Cáncer, sin embargo, y compensando la fuerza oscura (que no chunga como te contaré un poco más adelante), tengo al Sol, a Mercurio y a mi querida Venus (inspiración absoluta de estas últimas semanas). Este trío traería las palabras, la compasión, el arrope y el acompañamiento que también están en esto de caminar hacia (o en) El Buen-Vivir. Que, como sabes, es faro y horizonte para mis pasos.

La oscuridad como parte de lo no-visible (y de lo invisibilizado)

Quizá necesitaba articularlo (hacerlo, hacerme artículo) para comprender que es lo que ya llevo tiempo haciendo. Obvio que es más fácil hablar de los trabajos de cuidados tan poco valorados en nuestra sociedad o de como el capitalismo se sostiene en la reproducción de la vida que hacemos (mayoritariamente) las mujeres*, que contarte que la oscuridad que sientes en tus entrañas tiene un sentido.

Da miedo, pero está ahí, aquí dentro. Teóricamente, podemos hablar de que sin oscuridad no hay luz, o del Yin-Yang, o de lo que sea. Pero amige, tú y yo bien sabemos, lo complejo que es atravesar con todo el cuerpo ciertos procesos que implican mirar de lleno (y oler, y hasta saborear) la mierda podrida que tenemos en nuestros patrones, actitudes y formas de relacionarnos, con nosotras y con las demás personas. ¿Verdad? Pues eso.

Premen y Ereshkigal

En verano Paula (AQUÍ tienes más info sobre su trabajo), astróloga-tremendamente-inspiradora con la que estoy transitando camino, me propuso escribir ‘algo’ para compartirlo con el grupo de Venus. Y me salió de las entrañas escribir sobre las similitudes de la Premen, como fase oscura y llena de perlas de nuestro ciclo, y Ereshkigal, la (verdadera) Reina del inframundo, hermana de Inanna y complementaria a ella.

No me voy a liar más con esto, solo te diré que volví a tener la oportunidad de ver que lo mío va de poner luz donde está oscuro.

El texto se convirtió en audio, y si te interesa profundizar, lo encuentras AQUÍ.

Que no se apague la mecha, y que la linterna no se quede sin pilas

En este tiempo estoy sabiendo que la cosa va de aceptar que en todo esto hay una especie de misión para mí. Que no soy extra-sensible (o igual si y esta bien), que no lloro “tanto” por capricho, que lo oscuro no está valorado y, por tanto, darle el valor que tiene es un trabajo extra. Que no soy una pincha globos y que no tengo un problema por no saber divertirme en esa superficialidad que tantas veces es máscara de plástico.

Que a mí lo que me mola es escarbar, llenarme las manos de lodo, darme contra alguna piedra que no he visto de vez en cuando, indagar en aquello no visible (que muchas veces es no-vivible y, por tanto no vivido), y si se puede, hacerlo habitable, darle un sitio en lo que somos. En este tiempo, también me he autodenominado “Antropóloga abisal”, porque además de estar aprendiendo a ver (o intuir, o aprender a leer con la luz apagada) mis propias mierdecillas, también soy capaz de ver las de otres, las del sistema, y esto último, creo que no tengo que justificarlo más (si tienes dudas, puedes repasar los artículos del blog donde creo que queda confirmada mi “afición” por lo oscurito).

Resignificando la oscuridad

Paula nos recuerda una y otra vez que solo si entierras una semilla en la oscuridad, debajo de la tierra, en lo más profundo, será que esta muera, para dar paso a que nazca lo que ha de nacer.

Así, con todo esto, decido invitarnos a resignificar la oscuridad. Saber que son procesos-túnel en los que, si nos damos el tiempo y la presencia, aparecerán las perlas que serán nueva pila para la linterna, y nos darán la mecha y la fuerza-tierna que necesitamos para seguir latiendo llenas de la alegría de quien se sabe Viva.

Considero que solo así (mirando de frente) podremos dejar atrás actitudes violentas, formas de funcionar llenas de inercia (y muchas veces inertes) que nos hacen sufrir, y todas esas mierdecillas que, muchas veces, ni siquiera son nuestras-nuestras, es decir, que las hemos aprendido o las traemos “de serie” de los siglos y siglos de este fucking sistema patriarco-capitalista-neoliberal-etc.

Para estas expediciones (que como bien sabes, llegaran si o si), si puedes, te recomiendo siempre tener a mano tu mochila de herramientas y tu red de Compas. Sin ellas nada sería posible. Porque (también o sobre todo) la oscuridad, da mucho menos miedo con ellas, con elles cerca.


*La imagen de este texto es un mandala que creé (y pinté) durante un proceso de enfermedad que pasé a comienzos de este año.

Poder personal (y con-texto)

Poder personal (y con-texto)

Creo que voy entendiendo de que va esto del ‘poder personal’ del que tanto estoy reflexionando (hablando y oyendo) en este último portal de Venus.

(Por si lo desconocías, estoy ciclando con Venus por segunda vez en mi vida (de forma consciente y prestándole atención, porque ella siempre ha estado ahí). Es un viaje de 18 meses que comenzó en enero de este año. Y ya estamos en el 5º portal de descenso, 3.er chacra, donde Inanna deja su cinturón de oro para continuar con su descenso hacia el Inframundo. Este cinturón dorado esta relacionado con el Poder Personal)

La cosa iría de hacerme cargo completamente de mí misma.

Que dicho así puede sonar sencillo, pero aquí todas sabemos que es bien complejo.

Completamente, digo. Incluso, de lo que aún no soy capaz de ver porque forma parte de mi inconsciente.

Sin que las honras o lealtades que tengo con otres superen los acuerdos que, de manera explícita o no, tenga.

Hacer mi camino.

Reconocerme sujeta de derechos. Siendo consciente (con cariño y amabilidad hacia mí misma) también de mis privilegios.

Con un lugar definido (y que voy definiendo) en el mundo, que me corresponde simplemente por haber nacido.

Sin altanerías ni arrogancias.

Un Lugar. El Mío.

Sin que sea más o menos importante que el de les demás. Porque en realidad, no lo es.

 

Aquí, en esta definición de mi misma, que sin duda es cambiante y a veces, incluso fluida, resido yo (o Yo).

Esa esencia que tan mística suena y que en realidad solo va de saber que existo.

De reconocerlo, de re-conocerme, de reconocérmelo, y ya si eso, de ser reconocida.

Pero ese ser validada, aunque es de gran ayuda y a veces imprescindible, pienso que no debería de ser lo primero.

La primera siempre debería de ser yo, mi propia validación sobre el camino que voy decidiendo.

Decidir, y saber, que en cada una de esas sendas que tomo, está puesto todo mi corazón, y todo mi espíritu.

Toda yo. Entera.

Con mis errores y mis virtudes.

Con quien fui, con quien soy y con quien seré.

Toda yo. Entera.

 

Etimológicamente ‘poder’ significa posere (de poseer) y posse (de ser capaz), si le añadimos la idea de que sea ‘personal’,

como algo que nace en cada individue,

podría traducirse como la capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi ego y de mi esencia, y de todo lo demás que llena ese medio entre estos conceptos ciertamente abstractos.

 

La capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi historia,

de mi legado transgeneracional,

de las decisiones que tomo en el ahora, de las que tomé en el pasado y me trajeron hasta aquí,

de lo que puedo (y no puedo) decidir,

de con quién me relaciono (y con quién no),

de a qué presto atención (y a qué no).

Poder personal entonces como una máxima interna a la que aferrarse,

que podría servir como lenguaje mismo para traducir (y hacer palabra comprensible para una mente demasiado limitada)

esos deseos profundos y opacos del cuerpo que pulsa por Vivir.

De accionar desde el fuego interno que arde en algún sitio entre el final del diafragma y el comienzo del útero.

 

Así como la palabra ‘Poder’ es también digna de ser resignificada, como estoy ensayando por aquí,

el apellido ‘personal’ también  me genera confusión y cierto rechine.

Creo que el contexto es muchas veces olvidado por la inercia o la urgencia de resolver,

y porque ciertamente lo que complejiza la idea misma es justo esto: El entorno en donde ese ‘personal’ esta ubicado.

No olvidemos que, tal y como tan bien aprendí de mi Amiga S., ‘personal’ e ‘individual’ no es lo mismo.

Aunque así pueda parecer, o aunque así quieran vendernos esta idea algunos dogmas newageros,

lo ‘personal’ no está nunca separado del contexto.

La capacidad de saberme poseedora de mi misma teniendo en cuenta el contexto.

 

¿Cuánto de nuestro poder personal, de esta capacidad de decisión que nace de nuestra chispa de la vida, está directamente condicionado por este entorno que tan fundamental me resulta en el entendimiento de este concepto?

Pues yo pienso que lo está en su totalidad. Que no queda idea ‘limpia’ ni esencia pura dentro de ningune.

Que aún siendo un fuego (en un cuerpo herido) de la que cada una somos responsables,

las condiciones “externas” son muy determinantes a la hora de mantener la llama más o menos radiante.

Es verdad que prestando atención a estas brasas que, en mi caso, a veces, se apagan,

podré mantenerlas (un poco más si cabe) con el mimo y el cariño que merecen.

Pero es verdad, también, que ciertos acontecimientos son como mangüerazos de agua que todo lo apagan.

 

Quizá entonces, esto del ‘poder personal’, además de constar de mantener el fueguito atendido,

también resida en hacernos expertas en encontrar esas piedras y darles caña,

para volver una y otra vez, a prender la chispa.

 

Poder personal: “La capacidad de saberme poseedora de mi misma, teniendo en cuenta el contexto. Y por si acaso, recordar meter en la mochila de herramientas para la Vida un par de Piedras Fuego”.

Sigamos descendiendo…

 

Preovu día 5. 21 de agosto del 2022. Luna menguante

 


*La imagen de este post esta pintada con sangre menstrual. Encuentras más dibujos-experimentos en la Galería de esta web, aquí.

**Si te interesa el tema del ciclar de-con Venus, te recomiendo mucho el proyecto de la que ahora es mi de referencia astrologa y Voz tierna en este camino de Venus, Paula. Encuentras más info sobre su trabajo, aquí.

Cambios, mutaciones e integración

Cambios, mutaciones e integración

Estoy KO. Empiezo por aquí porque necesito decirlo. Es julio y a las cosas que debía terminar antes del verano, se le han sumado nuevas subvenciones/proyectos que tienen a bien ser resueltas en verano (y que soy incapaz de dejarlas sin adelantar hasta septiembre), y viejos frentes renovados que detonan cuál palomitas bajo un calor 1,6º superior a la media.

[Mientras escribo esto, pienso: “A ver Enara, ¿tú crees que tienes que dar todaaaaaaaaas estas explicaciones? ¡No eres tan interesante!, ¿no sería mejor que hicieras autodefinidos y ya?”. Y me contesto: “Pues no. Me gusta contar lo invisible de mi proceso (en esto de crear-vivir-crear) tanto como hacer autodefinidos”.

Y así el veranito caótico y caluroso este.

Voy.]

C-A-N-S-A-N-C-I-O

¿Sabes todo eso que decimos de no (auto)explotarnos, de la ciclicidad como resistencia anticapitalista y lo demás? Pues me lo estoy comiendo todo con patatas, y con esta ola de calor (la segunda de este 2022), las siento fritas en el cerebro.

Haciendo de la queja abono, viendo que estoy sosteniendo demasiado, llevo de un tiempo a esta parte reflexionando sobre qué hacer con mi tiempo y energía. Otra vez. Una vez más ¡Y espero que no sea la última! Diría que es una reflexión activa, pero que, a ratos, la inercia de la productividad que habita en mí (esa tan espídica de “tú puedes con todo, tiiiiia”), consigue despistarme y hacerme tirar (solo) pa’lante.

F-R-E-N-O

Nosotras decimos que no solo es “para arriba” y “hacia adelante” (este lema capitalista que tenemos metido hasta el tuétano), que el “hacia adentro” y “hacia abajo” son imprescindibles para (bien)vivir, como formas de resistencia incluso, acompañadas de la ciclicidad y todo eso. Y aquí me hallo, frenando, parándome para mirar(me) con detenimiento. En un “hacia adentro y hacia abajo” del que voy rescatando perlas.

M-I-E-D-O

Freno. Stop. Lo que veo me da susto: “Hacer limpieza” es un mantra que lleva zumbándome dentro desde hace unos meses. Decrecer. Aunar. Tomar (Las) decisiones (correctas) y valorar “por donde tirar”. “Quiero tiempo y espacio mental para crear”. A estas alturas sé que no tener espacio, energía ni tiempo (si, las tres son igualmente necesarias) hacen que no entre ni un rayo de luz creativo en mi océano emocional. Sip. Es (desde) ahí desde donde, sin duda, ocurre esto del ‘crear’.

DECRECER

Aún me queda revisión y limpieza general por hacer. Voy a dedicarme a ello (y a hacer muchos autodefinidos, que se me había olvidado lo mucho que me ayudan a estar presente) durante agosto. Y….

Ya tengo claro lo que a este proyecto se refiere. Me he preguntado honestamente qué quiero de este proyecto y la respuesta es clara: “Escribir y pintar”. Por lo que estas son las novedades de ‘Viviendo en ciclico – Ziklikoki Bizitzen’:

  • Encuentros y talleres: Después de más de 6 interesantes años de aquí para allí, recorriendo un montón de sitios (principalmente) de Euskal Herria, después de un montón de talleres, charlas y todo tipo de eventos, cierro el chiringuito de “¿Nos encontramos?”. Sería más correcto decir que me mudo a Ara!Gorputz (Te cuento mas, más abajo en este mismo texto).
  • Páginas de recursos: Se quedan así, de momento. ‘No piden pan’ que decía aquel. No están demasiado actualizadas, pero creo que aún pueden servir, o quien sabe, lo mismo me motivo y les pego una actualización. (¿Me mandas algún Menstru- o Eco-recurso molón?)

 

MUDANZA

No es una mudanza tal cual. Siempre me he sentido dividida entre este proyecto y Ara!Gorputz (esa asociación bonita que tenemos Ione y yo, y que hace unos meses convertimos en cooperativa), ya que nacieron casi al mismo tiempo. Entonces, decidido está: Las propuestas de talleres y formaciones las traspaso a este nuestro proyecto comunitario (hemos configurado la cooperativa para tener la figura de “socia colaboradora”, con el objetivo de poder dar Un Lugar a nuestras amigas, que son desde los comienzos, nuestras mejores consejeras y conejillas de indias. Estoy muy contenta con esto!! :))

Tenemos un montón de cosas chulas para el curso que viene, un montón. Seguimos explorando los caminos de la cultura menstrual (en coles, y espacios feministas) y la economía feminista (con los procesos de las Escuelitas y más cosas to’guapas, jajaja). En septiembre, con el vaciado mental que me van a dar las vacaciones y el reconectarme conmigo de vuelta, te contaré más. De momento, tienes toda la info en nuestra web y en esta página del fisbuk. (Sip, nuestra apuesta es el euskera, nuestra lengua, con la que poco a poco también me estoy animando a escribir; sin complejos digo).

CENTRANDO LA BRÚJULA (con flow)

¡Pues esto! Que respondiéndome a la pregunta del comienzo, de aquí en adelante, este proyecto se centrará en “escribir y pintar”. Me quedo con el blog y la Galería. Para seguir practicando en este arte de teclear (y coñoescribir) y seguir llenándolo todo (incluidas portadas, jejej) de rojo sangre menstrual. Mi objetivo es seguir alimentándolos con el cariño que merecen, que merezco, que merecemos.

Además de estos cambios matéricos, también hay algo más interno que sigo practicando (y en lo que voy aprendiendo a mutar). El flow. El famoso flow estratégico. Se me sigue sin dar demasiado bien. Soy bastante cuadradíta. Y en estos parámetros que me he definido (pintar y escribir), y siendo ambos espacios-tiempos-artes creativos, los tiempos cerrados y la disciplina no-tierna, no me van nada bien. Así que, cuando haya nuevo texto o nuevos dibujos, pasaré a contártelo por la newsletter (puedes suscribirte o des-suscribirte tranquilamente, desde el formulario). Será sin prisa y sin pausa.

Así que, ya sabes, en unas semanas, la web decrecerá. Y yo con ella. Sintiendo todo más ordenadito, más integrado e íntegro, más en ‘una dirección’, la que me vibra dentro. La que realmente me late. La que ha conseguido ubicar lo personal y lo comunitario, y que ambos lugares tengan su espacio.

Cambiar a veces duele (siempre que pienso en esto me vienen las famosas “crecederas” de txiki), sin embargo, aligerar, hacer limpieza, ordenar y aunar, para mí en este momento, son excelentes noticias que me reafirman que voy por buen camino. ¿Qué cuál? ¡Pues imagino que el mío! ¡El cíclico, el que permite el cambio, el que sabe que la contracción no deja que la vida ocurra!

Y en este cierre de una etapa, y aunque no me voy a ninguna parte, me sale agradecer toda la confianza puesta en mí, en el proyecto. Me sale un agradecimiento palpitante a las Compas lindas que me han contactado y con las que he currado, a los viajes por los bellos paisajes de Euskal Herria, por los encuentros y por todo lo que he aprendido en todos estos Menstru-Encuentros.

¡Seguimos! ¡Gora la revolución menstrual y de los cuidados! 🙂


*La imagen de este post es de Leire Ipar (en IG: @leireipar y aquí su web).

Colapsando (coñoescrito)

Colapsando (coñoescrito)

Hace mucho que no coñoescribo, para publicar.

Honestamente, Compa, que tu mirada esté ahí, al otro lado, aún siendo amorosa, como sé que lo es,

hace que el miedo se apodere de mis tímidos dedos,

y que acabe (o empiece) siendo editada por mi misma, censurando lo que mis entrañas quieren decir.

Podría decir que no merma (que no mermo) sabiendo que tus ojos persiguen mis letras,

pero, te mentiría.

“No importa, puedo decirme igualmente sin que el desnudo sea integral”. Me relajo.

Y es que sí, necesito decirme desde aquí dentro.

No sé bien porque ha pasado tanto tiempo desde aquel último post.

Mente ganando a cuerpo, como siempre.

Y quizá también, el miedo constante de que me vayas a dejar de querer si descubres cómo soy.

Esto también siempre ahí. Impostora en modo on. Acogida. Aquí al lado de mí. Vamos juntas.

Voy. Vamos.

—–

Son tiempos movidos, joder, siempre parece que lo son.

(Además) estamos en tiempo entre eclipses,

Venus desciende hacia el inframundo y yo con ella.

Y si miro más aquí en la tierra, diría (y no soy la única) que el colapso ya está aquí.

Si, ya sé, colapso suena duro,

como a meteorito y todas esas escenas distópicas que tenemos grabadas a fuego en nuestros cerebros también un poco colapsados, y de las que he escrito mil letras.

Pero es mucho más real, quizá también mucho más lento e invisible

(o mejor dicho, invisibilizado, como todo lo que no interesa que sepamos/veamos).

Últimamente, ando obsesionada con la soberanía alimentaria,

con las sequías de tierras cercanas,

con la tierra que cada vez es menos fértil,

con los árboles que tanto nos dan y a los que tan mal-tratamos…

¿Qué vamos a comer en el futuro? ¿Y ahora, qué comemos?

¿Valoramos el oxígeno de los árboles? ¿La tierra que pisamos está viva? ¿Es fértil?

¿Somos conscientes de que nunca antes la devastación había sido tal?

Es como si lo urgente se me hubiera plantado delante de los ojos,

no pudiendo hacer mucho para escaquearme.

Aunque estoy aprendiendo a hacerlo, distraerme, digo, al menos a ratos.

Que ya sabéis como somos las “intensitas”…

Hace unas semanas me atrapó la tristeza. Y vi que venía para quedarse.

No es un sentimiento angustioso ni estresante ya.

Aunque han sido semanas abisales hasta que (me) he podido ubicar, decir, nombrar.

En realidad, es una amiga bastante vieja a la que siempre he querido desterrar.

La tristeza, digo.

Ahora la siento como algo más bien cálido y que me está ayudando a tener los pies en el suelo.

Sin drama, o poco.

Quizá también me está acompañando a echar raíz, cual plantita que por fin, ha encontrado su/un tiesto.

Quizá a apreciar más los momentos soleados, dejando que la alegría me invada entera.

Quizá a bailar con mis amigas, dándolo todo en un flying free épico.

Quizá a volver a re-mirar las prioridades en mi vida,

como quien sabe que nunca hay que perder la brújula interna de vista, y también que,

haciendo espacio y limpieza, habrá hueco para que la vida re-nazca,

en mis proyectos,

en mis complejidades,

en los armarios y discos duros llenos,

en la percepción que tengo de mi misma.

Igual está bien colapsar de vez en cuando,

para ver qué recodos de mi misma se me muestran esta vez. Una vez más.

Eso si,

que el colapso sea con amigis-amoras que son cuerda tierna y reguetón del güeno,

un hogar cálido entre árboles y nubes,

y pájaros que veo con mis nuevos catalejos de hace 50 años,

regalos personas-vivencias que no espero,

Venus siendo inspiración,

y herramientas que voy metiendo en mi mochila, mientras saco piedras de otros tiempos que ya solo pesan.

¡Que la tristeza me pille siempre b(i)en-deci(di)da!

Menstru día 1. 10/05/2022. Luna creciente


*La imagen de este posta esta pintada por mí. Sangre menstrual sobre papel acuarelable y algo de tinta china 🙂 Puedes ver más dibujos-experimento, AQUÍ.

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