Poder personal (y con-texto)

Poder personal (y con-texto)

Creo que voy entendiendo de que va esto del ‘poder personal’ del que tanto estoy reflexionando (hablando y oyendo) en este último portal de Venus.

(Por si lo desconocías, estoy ciclando con Venus por segunda vez en mi vida (de forma consciente y prestándole atención, porque ella siempre ha estado ahí). Es un viaje de 18 meses que comenzó en enero de este año. Y ya estamos en el 5º portal de descenso, 3.er chacra, donde Inanna deja su cinturón de oro para continuar con su descenso hacia el Inframundo. Este cinturón dorado esta relacionado con el Poder Personal)

La cosa iría de hacerme cargo completamente de mí misma.

Que dicho así puede sonar sencillo, pero aquí todas sabemos que es bien complejo.

Completamente, digo. Incluso, de lo que aún no soy capaz de ver porque forma parte de mi inconsciente.

Sin que las honras o lealtades que tengo con otres superen los acuerdos que, de manera explícita o no, tenga.

Hacer mi camino.

Reconocerme sujeta de derechos. Siendo consciente (con cariño y amabilidad hacia mí misma) también de mis privilegios.

Con un lugar definido (y que voy definiendo) en el mundo, que me corresponde simplemente por haber nacido.

Sin altanerías ni arrogancias.

Un Lugar. El Mío.

Sin que sea más o menos importante que el de les demás. Porque en realidad, no lo es.

 

Aquí, en esta definición de mi misma, que sin duda es cambiante y a veces, incluso fluida, resido yo (o Yo).

Esa esencia que tan mística suena y que en realidad solo va de saber que existo.

De reconocerlo, de re-conocerme, de reconocérmelo, y ya si eso, de ser reconocida.

Pero ese ser validada, aunque es de gran ayuda y a veces imprescindible, pienso que no debería de ser lo primero.

La primera siempre debería de ser yo, mi propia validación sobre el camino que voy decidiendo.

Decidir, y saber, que en cada una de esas sendas que tomo, está puesto todo mi corazón, y todo mi espíritu.

Toda yo. Entera.

Con mis errores y mis virtudes.

Con quien fui, con quien soy y con quien seré.

Toda yo. Entera.

 

Etimológicamente ‘poder’ significa posere (de poseer) y posse (de ser capaz), si le añadimos la idea de que sea ‘personal’,

como algo que nace en cada individue,

podría traducirse como la capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi ego y de mi esencia, y de todo lo demás que llena ese medio entre estos conceptos ciertamente abstractos.

 

La capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi historia,

de mi legado transgeneracional,

de las decisiones que tomo en el ahora, de las que tomé en el pasado y me trajeron hasta aquí,

de lo que puedo (y no puedo) decidir,

de con quién me relaciono (y con quién no),

de a qué presto atención (y a qué no).

Poder personal entonces como una máxima interna a la que aferrarse,

que podría servir como lenguaje mismo para traducir (y hacer palabra comprensible para una mente demasiado limitada)

esos deseos profundos y opacos del cuerpo que pulsa por Vivir.

De accionar desde el fuego interno que arde en algún sitio entre el final del diafragma y el comienzo del útero.

 

Así como la palabra ‘Poder’ es también digna de ser resignificada, como estoy ensayando por aquí,

el apellido ‘personal’ también  me genera confusión y cierto rechine.

Creo que el contexto es muchas veces olvidado por la inercia o la urgencia de resolver,

y porque ciertamente lo que complejiza la idea misma es justo esto: El entorno en donde ese ‘personal’ esta ubicado.

No olvidemos que, tal y como tan bien aprendí de mi Amiga S., ‘personal’ e ‘individual’ no es lo mismo.

Aunque así pueda parecer, o aunque así quieran vendernos esta idea algunos dogmas newageros,

lo ‘personal’ no está nunca separado del contexto.

La capacidad de saberme poseedora de mi misma teniendo en cuenta el contexto.

 

¿Cuánto de nuestro poder personal, de esta capacidad de decisión que nace de nuestra chispa de la vida, está directamente condicionado por este entorno que tan fundamental me resulta en el entendimiento de este concepto?

Pues yo pienso que lo está en su totalidad. Que no queda idea ‘limpia’ ni esencia pura dentro de ningune.

Que aún siendo un fuego (en un cuerpo herido) de la que cada una somos responsables,

las condiciones “externas” son muy determinantes a la hora de mantener la llama más o menos radiante.

Es verdad que prestando atención a estas brasas que, en mi caso, a veces, se apagan,

podré mantenerlas (un poco más si cabe) con el mimo y el cariño que merecen.

Pero es verdad, también, que ciertos acontecimientos son como mangüerazos de agua que todo lo apagan.

 

Quizá entonces, esto del ‘poder personal’, además de constar de mantener el fueguito atendido,

también resida en hacernos expertas en encontrar esas piedras y darles caña,

para volver una y otra vez, a prender la chispa.

 

Poder personal: “La capacidad de saberme poseedora de mi misma, teniendo en cuenta el contexto. Y por si acaso, recordar meter en la mochila de herramientas para la Vida un par de Piedras Fuego”.

Sigamos descendiendo…

 

Preovu día 5. 21 de agosto del 2022. Luna menguante

 


*La imagen de este post esta pintada con sangre menstrual. Encuentras más dibujos-experimentos en la Galería de esta web, aquí.

**Si te interesa el tema del ciclar de-con Venus, te recomiendo mucho el proyecto de la que ahora es mi de referencia astrologa y Voz tierna en este camino de Venus, Paula. Encuentras más info sobre su trabajo, aquí.

Cambios, mutaciones e integración

Cambios, mutaciones e integración

Estoy KO. Empiezo por aquí porque necesito decirlo. Es julio y a las cosas que debía terminar antes del verano, se le han sumado nuevas subvenciones/proyectos que tienen a bien ser resueltas en verano (y que soy incapaz de dejarlas sin adelantar hasta septiembre), y viejos frentes renovados que detonan cuál palomitas bajo un calor 1,6º superior a la media.

[Mientras escribo esto, pienso: “A ver Enara, ¿tú crees que tienes que dar todaaaaaaaaas estas explicaciones? ¡No eres tan interesante!, ¿no sería mejor que hicieras autodefinidos y ya?”. Y me contesto: “Pues no. Me gusta contar lo invisible de mi proceso (en esto de crear-vivir-crear) tanto como hacer autodefinidos”.

Y así el veranito caótico y caluroso este.

Voy.]

C-A-N-S-A-N-C-I-O

¿Sabes todo eso que decimos de no (auto)explotarnos, de la ciclicidad como resistencia anticapitalista y lo demás? Pues me lo estoy comiendo todo con patatas, y con esta ola de calor (la segunda de este 2022), las siento fritas en el cerebro.

Haciendo de la queja abono, viendo que estoy sosteniendo demasiado, llevo de un tiempo a esta parte reflexionando sobre qué hacer con mi tiempo y energía. Otra vez. Una vez más ¡Y espero que no sea la última! Diría que es una reflexión activa, pero que, a ratos, la inercia de la productividad que habita en mí (esa tan espídica de “tú puedes con todo, tiiiiia”), consigue despistarme y hacerme tirar (solo) pa’lante.

F-R-E-N-O

Nosotras decimos que no solo es “para arriba” y “hacia adelante” (este lema capitalista que tenemos metido hasta el tuétano), que el “hacia adentro” y “hacia abajo” son imprescindibles para (bien)vivir, como formas de resistencia incluso, acompañadas de la ciclicidad y todo eso. Y aquí me hallo, frenando, parándome para mirar(me) con detenimiento. En un “hacia adentro y hacia abajo” del que voy rescatando perlas.

M-I-E-D-O

Freno. Stop. Lo que veo me da susto: “Hacer limpieza” es un mantra que lleva zumbándome dentro desde hace unos meses. Decrecer. Aunar. Tomar (Las) decisiones (correctas) y valorar “por donde tirar”. “Quiero tiempo y espacio mental para crear”. A estas alturas sé que no tener espacio, energía ni tiempo (si, las tres son igualmente necesarias) hacen que no entre ni un rayo de luz creativo en mi océano emocional. Sip. Es (desde) ahí desde donde, sin duda, ocurre esto del ‘crear’.

DECRECER

Aún me queda revisión y limpieza general por hacer. Voy a dedicarme a ello (y a hacer muchos autodefinidos, que se me había olvidado lo mucho que me ayudan a estar presente) durante agosto. Y….

Ya tengo claro lo que a este proyecto se refiere. Me he preguntado honestamente qué quiero de este proyecto y la respuesta es clara: “Escribir y pintar”. Por lo que estas son las novedades de ‘Viviendo en ciclico – Ziklikoki Bizitzen’:

  • Encuentros y talleres: Después de más de 6 interesantes años de aquí para allí, recorriendo un montón de sitios (principalmente) de Euskal Herria, después de un montón de talleres, charlas y todo tipo de eventos, cierro el chiringuito de “¿Nos encontramos?”. Sería más correcto decir que me mudo a Ara!Gorputz (Te cuento mas, más abajo en este mismo texto).
  • Páginas de recursos: Se quedan así, de momento. ‘No piden pan’ que decía aquel. No están demasiado actualizadas, pero creo que aún pueden servir, o quien sabe, lo mismo me motivo y les pego una actualización. (¿Me mandas algún Menstru- o Eco-recurso molón?)

 

MUDANZA

No es una mudanza tal cual. Siempre me he sentido dividida entre este proyecto y Ara!Gorputz (esa asociación bonita que tenemos Ione y yo, y que hace unos meses convertimos en cooperativa), ya que nacieron casi al mismo tiempo. Entonces, decidido está: Las propuestas de talleres y formaciones las traspaso a este nuestro proyecto comunitario (hemos configurado la cooperativa para tener la figura de “socia colaboradora”, con el objetivo de poder dar Un Lugar a nuestras amigas, que son desde los comienzos, nuestras mejores consejeras y conejillas de indias. Estoy muy contenta con esto!! :))

Tenemos un montón de cosas chulas para el curso que viene, un montón. Seguimos explorando los caminos de la cultura menstrual (en coles, y espacios feministas) y la economía feminista (con los procesos de las Escuelitas y más cosas to’guapas, jajaja). En septiembre, con el vaciado mental que me van a dar las vacaciones y el reconectarme conmigo de vuelta, te contaré más. De momento, tienes toda la info en nuestra web y en esta página del fisbuk. (Sip, nuestra apuesta es el euskera, nuestra lengua, con la que poco a poco también me estoy animando a escribir; sin complejos digo).

CENTRANDO LA BRÚJULA (con flow)

¡Pues esto! Que respondiéndome a la pregunta del comienzo, de aquí en adelante, este proyecto se centrará en “escribir y pintar”. Me quedo con el blog y la Galería. Para seguir practicando en este arte de teclear (y coñoescribir) y seguir llenándolo todo (incluidas portadas, jejej) de rojo sangre menstrual. Mi objetivo es seguir alimentándolos con el cariño que merecen, que merezco, que merecemos.

Además de estos cambios matéricos, también hay algo más interno que sigo practicando (y en lo que voy aprendiendo a mutar). El flow. El famoso flow estratégico. Se me sigue sin dar demasiado bien. Soy bastante cuadradíta. Y en estos parámetros que me he definido (pintar y escribir), y siendo ambos espacios-tiempos-artes creativos, los tiempos cerrados y la disciplina no-tierna, no me van nada bien. Así que, cuando haya nuevo texto o nuevos dibujos, pasaré a contártelo por la newsletter (puedes suscribirte o des-suscribirte tranquilamente, desde el formulario). Será sin prisa y sin pausa.

Así que, ya sabes, en unas semanas, la web decrecerá. Y yo con ella. Sintiendo todo más ordenadito, más integrado e íntegro, más en ‘una dirección’, la que me vibra dentro. La que realmente me late. La que ha conseguido ubicar lo personal y lo comunitario, y que ambos lugares tengan su espacio.

Cambiar a veces duele (siempre que pienso en esto me vienen las famosas “crecederas” de txiki), sin embargo, aligerar, hacer limpieza, ordenar y aunar, para mí en este momento, son excelentes noticias que me reafirman que voy por buen camino. ¿Qué cuál? ¡Pues imagino que el mío! ¡El cíclico, el que permite el cambio, el que sabe que la contracción no deja que la vida ocurra!

Y en este cierre de una etapa, y aunque no me voy a ninguna parte, me sale agradecer toda la confianza puesta en mí, en el proyecto. Me sale un agradecimiento palpitante a las Compas lindas que me han contactado y con las que he currado, a los viajes por los bellos paisajes de Euskal Herria, por los encuentros y por todo lo que he aprendido en todos estos Menstru-Encuentros.

¡Seguimos! ¡Gora la revolución menstrual y de los cuidados! 🙂


*La imagen de este post es de Leire Ipar (en IG: @leireipar y aquí su web).

Se defensora de tu territorio

Se defensora de tu territorio

Siempre he sido muy ‘de no callarme’ (lo práctico digo, que lo emocional ya es otra cosa…). Es una característica que aprendí de mi madre desde muy pequeña (Eskerrik asko, Maa!). Poner quejas, reclamaciones y hacer saber a quién corresponda que algo no está bien, está integrado en mí desde que tengo uso de razón. Además, ahora, y teniendo en cuenta los tiempos de más y más precarización que vivimos (y para no caer en la trampa de culpar a personas concretas, sino más bien a la propia estructura), procuro que las quejas sean propositivas.

En los últimos tiempos (aunque sé que nada de esto es nuevo), podemos observar como la destrucción de la naturaleza avanza sin pausa. Por supuesto, los discursos y prácticas de las Compas mesoamericanas, y su tan inspiradora frase de “Cuerpo-Territorio-Tierra”, han fomentado mi energía para no dejar pasar ni una, y menos, cuando tiene que ver con la destrucción de este entorno cada vez más contaminado.

Y aunque tenía este texto en borrador desde hacía meses, el sábado pasado acudí a unas jornadas organizadas por BDSKoop tituladas ‘BiziHiriak’ (ciudades vivas-ciudades vivibles), en las que fueron presentados un montón de proyectos e iniciativas populares de la bahía de Txingudi (donde vivo), que trabajan por modificar el modelo de ciudad, “desde abajo” y con perspectiva de aportar a la transición eco-social (y de resistir al capitalismo desarrollista). Fue muy interesante y alentador sabernos cerca.

Avanza la destrucción…

Aquí, en Euskal Herria, llevamos años viendo como destruyen valles y ríos para la construcción del TAV (Tren de Alta Velocidad), y ni siquiera con la última crisis llamada “pandemia del coronavirus” se ha realizado la (tan necesaria) reflexión sobre si necesitamos un tren que nos lleve más rápido, y para qué… (en 2018 se cumplieron 25 años de esta lucha AntiTAV, puedes leer sobre ello aquí).

En el otro lado del “charco”, las cosas están (mucho) peor. El extractivismo, el expolio y en definitiva la neo-colonización que este nuestro occidente continúa ejerciendo, sigue y sigue. Las Compas del podcast “Destapar la crisis” lo cuentan muy clarito en este episodio titulado “Cuerpos-Territorios en disputa”, en el que denuncian como las grandes obras capitalistas ni siquiera pararon en el tiempo del confinamiento.

Además de lo (más) visible, en el día a día ocurren cosas “pequeñas” en las que poca gente repara. Normalmente, vamos demasiado rápido… En estos meses, aquí, en la preciosa comarca del Bidasoa, en donde pazco, hubo un vertido de gasolina sobre una campa a la que voy mucho con Maia (La Peluda), y también han destruido una pequeña playa de piedras en la orilla del río al que íbamos en verano a bañarnos.

…y nos destruimos con esto

La resistencia de muchas Compas mesoamericanas (a las que a muchas les ha costado literalmente la vida, como a la conocida Berta Cáceres o como a las 65 mujeres que fueron asesinadas entre 2017 y 2018), es, en la mayoría de los casos, por la más extrema supervivencia. La defensa de (sus) los territorios está fuertemente unida a que las necesidades básicas puedan ser cubiertas. El ataque a los ríos y a los bosques (casi siempre por parte de multinacionales) pone en peligro sus cosechas y en definitiva, que puedan tener unas vidas vivibles.

Aquí, desde el privilegio occidental y del “norte”, (porque aún parece que no vemos que nuestras necesidades para sostener la vida están en peligro), siento que la estrategia va más por destrozar lugares que nos dan aire, los cuales, aunque puedan estar leídos como “espacios para el ocio”, son imprescindibles para el (buen-)vivir de humanoides y no-humanoides. Normalmente, vemos desaparecer zonas verdes para la construcción de viviendas y más viviendas. Y carreteras, y más y más asfalto.

He llorado mucho en este último tiempo por esto. Cíclicamente lloro por ello. Por ver la poca importancia que se le está dando en general a la destrucción de la naturaleza, por los pocos medios que se destinan a la protección de lo que, entre cemento y más cemento, aún late. Y por saber, que nosotres en definitiva nos destruimos con todo ello. Con cada árbol talado, con cada vertido y con cada nueva autopista o edificio cimentado, algo, que me cuesta nombrar, desaparece.

Seamos defensoras de nuestros territorios

Con este escrito mi objetivo (que como te decía es propositivo y pretende ir más allá de la queja), es que seas defensora de tu territorio. Si, si, tú. Y yo, y todes. No podemos (ni debemos) dejar pasar ni una. NI UNA. En algunos lugares hay organizaciones ecologistas potentes y pueden ser de gran ayuda. Aquí, por ejemplo, hace un par de años la asociación ‘Artiako Lagunak’ (Amigxs de Artia) consiguió parar la tala de 102 tilos. Fue impresionante, y aunque los árboles siguen en peligro, ahora somos muchas (más) las que estamos al corriente y las que los defendemos.

En otros sitios no hay asociaciones. Y aquí es donde veo muy importante que cada una cojamos el punch y la responsabilidad de hacer algo (con amigis siempre mejor, claro!). Lo que podamos, que siempre será mejor que nada.

Los pasos no suelen ser complicados, la mayoría de los ayuntamientos tienen plataformas online, o puntos físicos a donde ir para reclamar o avisar de lo que está ocurriendo. Y TODAS LAS INSTITUCIONES tienen LA OBLIGACIÓN de responder a nuestros escritos SIEMPRE.

Entonces, puedes redactar una carta sencilla explicando qué ocurre, sacar unas fotos, y utilizar las vías disponibles para hacerte oír (o leer) y que se te escuche. No pienses que son tonterías, porque no lo son. Dales la importancia que tienen y ponte manos a la obra.

Tiempo y energía (puestas al servicio)

En el caso que te comentaba más arriba del vertido de gasolina, fue al expresar (I y yo) lo que habíamos visto (y dar la turra todo lo necesario), que abrieron un expediente y pudieron completar el puzzle. Estaba el vertido, nosotras vimos el accidente, y tirando de los hilos, pudo quedar archivado el suceso no como algo que parecía haber ocurrido por azar (intentaron disuadirnos con relatos absurdos varias veces), sino como lo que fue, un vertido relacionado con el accidente de un camión. También por la reclamación que pusimos al ayuntamiento, la playa de piedras al borde del río está ya parecido a como estaba. Quizá no tenga nada que ver con que bastantes personas metiéramos la carta de denuncia, pero yo creo que sí.

No hace falta que escribas de maravilla, no hace falta que uses la (terrible) jerga administrativa. Solo hace falta que te armes de paciencia y valor, y que hagas todo lo que esté en tus manos para que lo que sea que ocurre (o haya ocurrido) no pase desapercibido. Te prometo que no te arrepentirás. Te llevará tiempo y energía, si, pero es probable, que hacerlo te deje una sensación de que has hecho lo que debía ser hecho.

Mesoamericanas que (siempre) son inspiración

Tal y como te decía para salir de la queja vacía, es importante la acción. Y para ello, tal y como he ido contando durante el texto, para mií las inspiradoras de referencia son las compas Mesoamericanas. Aquí algunos recursos que, cuando tengas que ponerte manos a la obra, pueden servirte para que tu ánimo no decaiga:

 

¿Tienes algún otro recurso inspirador? ¿Nos lo compartes en los comentarios?


*Desconozco la autoría de la imagen de este post. La he encontrado aquí.

Lo no-visible de los procesos creativos

Lo no-visible de los procesos creativos

Cada vez somos más las que creamos contenidos en (y para) la red. Sabemos que detrás de las pantallas, de todo ese montón de pixeles de luz brillante que nos cansan los ojos y al mismo tiempo nos dan vida (conocimiento, reconocimiento, lecturas, confrontaciones, etc.), estamos nosotras. Si, tu y yo. Y lo que creamos juntas, también. Sabemos que nuestras historias, relatos, creaciones y demás son indispensables para que la historia deje de ser contada por los de siempre.

Hay algo que, aún sabiendo que nunca será lo mismo que compartir en cuerpo y humores, nos da la alegría para seguir caminando. A mí me la da. Y esto es porque nos sabemos juntas. Compartimos cosmovisiones, pajeos, creaciones, y en definitiva, nos inspiramos las unas a las otras. Como te he dicho más de una vez, además de que escribir (y crear) me salva (del sistema-hostil y muchas veces, de mí misma), que tu estés ahí es indispensable para que siga teniendo ganas de poner mis dedos encima de las teclas, y que a través de ellos (y de ellas, las palabras) consiga decirme.

Obvio que sabes, o bien de primer cuerpo o bien porque lo intuyes, que detrás de cada una de las creaciones que, dicho sea de paso nosotras generosamente ponemos a disposición (la mayoría de las veces de forma totalmente gratuita), se esconde un montón de curro no visible. Por aquí, quiero desgranar(te) algunos de los puntos que, si estas pensando esto que está tan de moda últimamente de “crear tu proyecto, o tu marca”, estaría bien que supieras, y que sino es así, igualmente siento necesario que sepas para darle el valor que tiene.

El chispazo (en la ducha, o paseando, o mientras hablo con Compas)

En mi caso, (y te hablaré de los procesos de escritura porque los de la pintura son muy diferentes), la idea sobre lo que quiero escribir nunca asoma cuando el cursor parpadea en la hoja en blanco del LibreOffice. Suele llegarme en momentos en los que he de dejar todo y apuntar el titular. Entonces, ya tengo el título.

Puede parecer que la idea ha venido del cielo, que es magia o cosas así, sin embargo, la realidad es que siempre, viene de días (semanas o meses) de estar dándole vueltas a algo en concreto. En mi caso, nunca es algo ajeno, teórico o alejado de lo cotidiano. Diría que (casi) siempre tiene que ver con los procesos que voy acuerpando y caminando. Entonces, ‘La Idea’ llega después de conversaciones en relación al tema con diferentes compas, escribiendo en mis escritos, o cuando varias piezas que parecían aisladas se fusionan en un (maravilloso) eureka!

Que la llama prenda (siéntate y teclea)

Con el titular en la cabeza (y/o en algún post-it de estos que siempre tengo a mano), llega el momento de ver si las pocas palabras que contiene un título, dan de sí como para hacer una hoguera que de calorcito. Una vez oí que la escritura es básicamente re-escribir, y aunque de primeras no uso mucho este consejo (la mayoría de las veces parece que mis dedos vomitan palabras), son horas las que paso dándole forma al texto, eligiendo los subtítulos (adoro crear los subtítulos) y mirando si las frases y en general el texto, tienen sentido. Concretamente El sentido que siento que tiene que tener (trabalenguas!).

Cuidar de la hoguera (maquetación y corrección)

Después de las correspondientes horas de tecleo, de que la cosa diga algo que merezca ser leída, y si puede ser que aporte también algo “nuevo” (aquí la menda procurando tener a raya a la exigencia-extrema), llega el momento de la corrección. En mi caso, y dado que soy mucho de faltas de ortografía (no se si será porque, como dice mi ama, soy bilingüe o porque de siempre los acentos me dan toda la pereza…), mi querida Compa I, con su vista de lince azul cielo y un compasivo amor que acoge cualquier tilde que me haya salido volando, me lo corrige. (Desde aquí un gracias enorme, por esto, y por tanto, Rubis <3).

A continuación subo el texto al blog y lo maqueto, pongo los títulos en el tamaño que corresponde, escojo las etiquetas y las palabras clave para que el algoritmo vaya sabiendo que aquí estamos, pongo un resumen y…. encuentro la foto-dibujo-ilustración que, para mí, es parte imprescindible de ser buscada con mimo para que la “obra final” quede como quiero que quede. Esta parte no suele ser sencilla, siempre procuro que las imágenes tengan detrás personas con valores similares a los que yo quiero transmitir. Aún y todo, es también un momento bonito en el que encuentro nuevas ilustradoras o compas haciendo cosas muy lindas y que son de inspiración.

Que el fueguíto llegue a ti (newsletter y comunicación)

Cuando el post esta listo y programado para ver la luz, me pongo con la newsletter. En este texto (más breve pero normalmente intenso) procuro trasladar a quien me lee de dónde nace el escrito de manera más personal y cercana. Además de que ahí, en ese espacio al que tengo tanto respeto porque va directamente a tu buzón de correo, recopilo y comparto información (y recursos) que han sido imprescindibles para el proceso de ese texto, y al final del todo, pongo el listado de eventos, formaciones o historias varias en las que me ando. Esto suele traer copia-pega de links, recopilar carteles y subirlos etc. en definitiva, otra maquetación más.

He de confesarte que, aún habiendo pasado ya 6 años (en abril!) de que inicié este camino, el día en que he programado todo y que por tanto sé que vas a recibir la newsletter y el post, sigo poniéndome nerviosa (los nervios también son un trabajo para este cuerpo que cada día más aprecia la calma). Este proyecto nació (y sigue siendo) un juego, mi juego, pero como te he dicho en alguna ocasión es un juego muy serio, que aunque no tenga (de forma directa) dinero de por medio, es un compromiso conmigo misma y contigo, que me hace tener muy presente que hay cosas (muchas cosas) que no se compran (ni se venden) con dinero, como por ejemplo, el compromiso con una misma.

Apagando las llamas (y dejando las brasas encendidas)

Normalmente el proceso termina cuando publico el escrito en el FB (no me suele dar tiempo para ponerlo, todo lo kuki que me gustaría en IG, por tanto no lo pongo). Después llegan los comentarios en el blog, y a veces, también emails en donde me contáis cosas bonitas y/o que me conmueven… en cualquier caso, llegan las muestras (que tantísimo atesoro y que tan importantes son para que mi propia llama no se apague) de cariño y que me hacen saber que el mensaje ha llegado a algunos cuerpos-realidades.

Hay algo en todos los escritos que publico que pretende mantener una llama conjunta, es decir, que no sean focos aislados. Por esto, una y otra vez suelo volver a lo que escribí, y procuro mantener el juicio a raya porque no siempre me gusta como expresé algunas cosas. Sin embargo, para mí, lo importante de todo esto, es que lo que hago aporte algo a la forma de vivir que tanto necesitamos. Juntas, acuerpando teorías desde los más oscuros abismos o desde los cielos más soleados, creando herramientas para destapar aquello que lleva demasiado tiempo así y, en ultima instancia, generando una “nueva” (renovada) cosmovisión en la que, en definitiva, lo no-visible (como el ciclo menstrual, la economía feminista, los abismos,…) tenga el lugar que merece, y que merecemos (y queremos) que tenga.

Si te apetece, me encantará leer cómo son tus procesos creativos, y sobre todo, lo no-visible que, demasiadas veces, es invisibilizado por nosotras mismas, quitándole valor, o por el propio sistema al que le viene mejor que todo esto no se cuente para que sigamos siendo esa emprendedoras auto-explotadas que viven para currar, y para “ser alguien”. Yo ya soy alguien y tú también. Que no se nos olvide 🙂


*La lustración de este post es de Marla Freire: «Menos musas, más creadoras»

Abismos (nuevos) de una pandemia (Parte 2)

Abismos (nuevos) de una pandemia (Parte 2)

«Veo un camino delimitado por una enredadera de pinchos, como los que aparecen en los cuentos de princesas. Verde en distintos tonos, y con diferentes texturas. Esos pinchos que delimitan son conocidos, eran conocidos quizá. Algunos, los hemos trabajado juntas, o en terapia, o escribiendo, o indagando muy hondo en el cuerpo-vivencias de cada une.

Con la pandemia, con esto que llamamos Covid, ha crecido una nueva enredadera más cerca de mí. Por el medio es donde está el camino por el que caminamos la vida, y se ha estrechado considerablemente. En algunos puntos las enredaderas se entrelazan entre ellas. Me pincho constantemente porque no conozco la dimensión de esta nueva planta, ni tampoco como es en los puntos trenzados. Algunos momentos siento que está muy (más) cerca, y las texturas, colores y matices han cambiado sutil o radicalmente. El camino del medio, por donde voy andando, es el espacio disponible para la alegría, el cariño, los vínculos y el amor.

Es importante reconocer con que/donde delimita para poder seguir caminando por un camino que identifico, que (re)conozco», y por supuesto, hacer lo posible para ensanchar toda estrechez impuesta.”

 

Jugando juntas a los abismos (o a reconocer los pinchos de la (nueva) enredadera)

Te contaba en la parte 1 de este post (accedes pinchando AQUÍ) de dónde nacen estos escritos.

Abismos, pinchos, miedos, angustias, fantasmas, mierdecillas-metidas-debajo-de-las-alfombras… los nombremos como los nombremos, no dejan de ser historias que pasan (o que se quedan cual obsesión) por nuestras mentes cansadas, en relación con el entorno (incierto y precario) en donde (sobre)vivimos.

En este segundo listado encuentras más perlas rescatadas de los lodos. Deseo que te sirvan, que os sirvan si tienes a bien compartirlas con quien te escuche y con quien tú quieras escuchar(os), seguro que mejor. Por si no leíste (o no te da la gana) de leer el primero, te recuerdo ponerte cómoda, con tiempo de calidad y una rica infu (o una birra) que acoja lo que puede ser que te mueva el leer este texto.

Sin más miramientos, aquí va la segunda lista:

 

Abismos nuevos (o la nueva enredadera de pinchos):

Miedo a la dimensión de la individualización, como algo que en un momento concreto ha de ser “imprescindible y necesario para el bien común” e incluso, “obligatorio”.

Miedo a las implicaciones (y consecuencias) de los confinamientos. Soledad, aislamiento, perder el “tocar tierra” y “tocar-oler cuerpos”. Núcleo de convivencia como única vinculación no-virtual, dejar de existir como sujetos sociales que usan las calles para las relaciones, como espacio político en donde existir juntes. Sensación de estar perdiendo las plazas y calles como espacios de creación abiertos a debates. Y cuando salga, ¿si contagio a alguien y muere por mi culpa?.

La Enfermedad en mayúsculas como la única existente. Mi querida I (sip, otra de ellas) me dijo que en tierras del otro lado del charco es así como la nombran. Cuando me lo dijo me di cuenta de que yo también lo estaba haciendo. Dando por supuesto, que es la única posible.

Miedo a que al querer escapar, darle la espalda y querer vivir al margen de La enfermedad. Con ello, miedo a estar dándole la espalda también a los cuerpos que la sufren a diario desde que empezó todo esto, no por estar contagiados (únicamente), sino por estar absorbidos por ella, como forma de muerte en vida. Ahora tengo miedo de haber abandonado a les más vulnerables, por salvar no se qué…

Miedo a morir/vivir en soledad (confinada, aislada y en esa individuación “obligatoria”)

Miedo al contagio: vivir con la idea de ser un cuerpo contagiado, en riesgo a serlo…)

Angustia por no saber qué creer. Saturación de información y poco tiempo/capacidad-crítica y conocimiento ubicado (¿dónde lo ubicamos si no hay un pasado con el que contrastar?) para discernir. Sensación de sentirme como una niña pequeña entre conversaciones “de adultos”, y volver a tener que fiarme de mi olfato…

Miedo a no poder bajar la guardia y relajarme, a no poder confiar, a tener que estar constantemente alerta, leyendo entre líneas, buscando tener el control mientras el caos continúa…

Incertidumbre por el futuro: ¿cuántos más virus habrá?, ¿viviremos con más y más miedo?, ¿y el cambio climático?, ¿cuándo llegará el meteorito ese?. Colapso (y encima voy tarde con la alternativa, que ni siquiera tengo clara del todo)

Miedo a ser señalada y estigmatizada. “Bruja!” ¿seré culpable del mal que se me acusa? A ver si va a ser verdad que por «nuestra culpa» hemos perdido la cosecha de este año…

Miedo a que me encasillen en un grupo que no me representa: Desesperanza, sensación de fatiga y frustración humanas, no lo siento solo como algo personal, sino como parte del cuerpo humano «global» al que pertenezco. Ya sé que esto puede sonar un poco raro. Pero es como si sintiese que soy una célula dentro de un cuerpo con cáncer y supiese que en este momento, va ganando el cáncer… Miedo a esa muerte también.

Miedo a mi propia incoherencia, pero también a mi propia intransigencia. ¿Cuáles son los valores que voy a sostener hasta «el final»?

Miedo a perder las referencias o más bien a no encontrarlas: Así como también a no encontrar lugares y personas referentes con quien poder contrastar(me), y poder visibilizar mis propios errores. Es como un miedo a homogeneizar-me con personas que están muy cerca de mi propio pensamiento.

Miedo a estar equivocándome y a no tener a nadie que me ayude a darme cuenta de mis errores sin juzgarme (en relación con el relato-virus).

Miedo a o que implica la globalización/estar en un sistema globalizado: Lo que implica estar en un sistema capitalista que perpetúa la destrucción y la muerte.

Me da miedo, me lleva a suelos no-estables el haber ido perdiendo proyectos colectivos, esperanza organizada, objetivos más allá de la supervivencia, objetivos de masa revolucionaria de cara a medio/largo plazo. Me ahogo pensando que los he abandonado, que no soy capaz de volver, que la gente me desespera, que no aguanto. Y que nadie esta además en condiciones para acoger estos retos para la supervivencia a medio/largo plazo.

Miedo a que no podamos construir una familia amplia y estable donde descansar. Aparte de bailar y luchar.

Incertidumbre por el futuro (no nos sirve el paradigma lineal de generaciones anteriores: Naces-estudias-trabajas (en uno o dos empleos de por vida)-casa-criaturas-ascensos en el iceberg-jubilación-nietxs-muerte. ¿Cuál es ahora nuestro paradigma? ¿Estudios que no sirven para salir de la precariedad? ¿Propiedad privada inalcanzable? ¿Ascensos que ya no perseguimos?

 

*BONUS: Miedo a perderme en el barullo de lo anterior (renovados- parte 1 + nuevos-parte 2).

Este miedo lo escribí al hacer el primer listado que hemos ido rellenando (y ampliando) juntes (como te contaba en la parte 1 de este texto, aquí). Ahora, con el tiempo de la reescritura, la edición y la dimensión de toda esta excursión abisal (2 meses de proceso hasta que este texto vea la luz), veo que hemos hecho un mapa. Un lugar al que volver y en el que poder identificar exactamente cuáles de todos estos pinchos me están pinchando. Aunque el listado es realmente abrumador, en este tiempo también he afianzado las relaciones con quienes me sostienen, he hablado de muchos de los puntos y también he desempolvado mi mochila de espeleóloga para poder auto-contenerme.

 

!!!! Recordatorio importante

Igual que te decía en el primer post pregúntate cómo te sientes ahora. Nos has acompañado a lo profundo y es probable que tú también te hayas pinchado. Muévete, baila, escribe, escríbeme… Pero por favor, no te paralices.

 

Y ahora, ¿qué?

Vendrán nuevos post más “luminosos”. Espero incluso propositivos y llenos de esperanza. Será pronto, te lo prometo. De momento, ¿qué te parece si tú también (a)coges tus miedos y continuamos caminando juntas?

Por mi parte me despido de esta expedición colectiva acogiendo y honrando nuestros/tus movimientos. Estamos Vivas y juntas, estamos desbrozando el camino hacia la Vida que merece la alegría. Gracias de nuevo a les que os animasteis a esta aventura abisal, ha sido la primera y no será la última.

 

Pd: Recuerda que si lo decesitas puedes escribirme pinchando AQUÍ, y si te animas, puedes dejarnos tu sentir en los comentarios de este post para seguir dándoles forma a estos abismos.

Pd2: Te dejo por aquí esta linda canción de El Kanka y El Jose, una cuerda cariñosa que deseo te acompañe en la salida de los abismos 🙂


*La imagen de este post es una foto sacada por Ione. Me parece brutal <3

La vida era aquello…

La vida era aquello…

Ya no puedo callarme más. No quiero autocensurarme más, y mucho menos en mi blog. Durante todos estos meses de pandemia no he querido dejar constancia por aquí (ni por ningún otro lugar “público”, excepto cierto tímido acercamiento en los artículos “Lo que se nos está perdiendo” Parte 1 y parte 2) de mi posición, de lo que pienso y siento con todo esto. Imagino que he querido creer que todo pasará. Haciéndome un poco la longis, y procurando depurar mis emociones y sentires con mis (tan amadas) compas-cómplices. Siempre que he podido en cuerpo, risas y lágrimas.

Pero la cosa se está pasando de castaño oscuro. La vida ha dejado de ser vivible, o mejor dicho, un poco menos vivible de lo que era. Parece que caminamos hacia un apocalipsis que se veía venir, y que hablar del dichoso virus es lo único posible mientras intentamos (con un poco más de esfuerzo) ganarnos nuestras lentejas con la dignidad que nos dejan.

A mí, durante estos últimos meses (y especialmente estas semanas en las que el bitxo me ha pillado), el enfado y la rabia de ver la muerte seguir caminando a sus anchas incitada por un capitalismo zombi, y la tristeza de saber que un nuevo (gran) duelo está aquí, me han hecho reforzar con creces lo que pensaba: Podemos llamarle Covid, pero en realidad, sería mucho más correcto llamarlo heteropatriarcado capitalista neoliberal en fase de sindemia. Es decir, un sistema que se cae de viejo y obsoleto, y que nos aplasta a su paso. Ya sea con un virus famoso, con ríos contaminados o con expolios y esclavitudes de aquí y de allá, o como está ocurriendo, con todo a la vez.

 

Mascarillas y expresiones borradas

Empiezo por lo emocional. Eso que nos hace humanes. Eso que realmente nos deja vernos y ser en el espejo de le otre. Ya son muchos meses de mascarillas borrando nuestras caras. No pongo en cuestión que sean necesarias para “combatir” el virus, pero estamos perdiendo mucho. Mucho más de lo que (aún) podemos nombrar. Pienso (y veo) a las criaturas crecer sin expresiones en las que encontrarse, e intento no pensar demasiado en las consecuencias que esto tendrá (también) cuando crezcan…

 

Vida social que ha dejado de existir

El gran-último giro del individualismo que (supuestamente) nos salva, ha llegado para quedarse. La vida social sigue estando únicamente entre pantallas conectadas. No hay piel, olor o abrazos. Ya son demasiados meses de esto. Les humanes, como animales sociales que somos, necesitamos de otres para existir. Y quizá, sin ese otre al que oler, nos vamos muriendo sobre-protegidas entre las cuatro paredes de nuestra habitación conectada. Ojo, siempre y cuando tengamos el privilegio de tener una (conectada) habitación…

 

¿Para qué reforzar lo publico si lo privado es lo que da “El desarrollo”?

Aquí esta, en mi opinión, una de las claves más importantes: En marzo hará 2 años desde que comenzó todo esto (me da un escalofrió al cuantificar que el tiempo ha sido tanto…), y no se ha movido prácticamente ninguna ficha que refuerce el “estar-bien” social. No se han tomado medidas nuevas, no se han abierto espacios alternativos en donde poder hacer piel. Todo han sido recortes, de libertades, de posibilidades, de opciones sociales. Lo único “expandido” han sido los precios de la luz, del gas…

 

¡Renta básico (de las iguales) YA!

Seguimos en un paradigma de (supuesto) desarrollo privado y privativo. Los de siempre se siguen enriqueciendo, más aun si cabe con todas estas nuevas medicinas y pruebas farmacológicas que hemos integrado sin rechistar.

Durante estos últimos meses he repetido infinitas veces esta pregunta: “¿Cuándo vamos a empezar a hablar de renta básica?”. Podemos hablar de vacunas, sí, podemos hablar de pasaportes, si (bueno no, pero dejemoslo estar…), pero por favor, hablemos de una vez por todas de la renta básica de las iguales.

Las desigualdades han quedado absolutamente de manifiesto en este tiempo-pandemia. Quizá se controle el virus (el covid, digo), pero no servirá de nada si no vamos dando pasos hacia el buen-vivir. Hacia el decrecimiento. Hacia el consumir menos y vivir mejor así. Hacia trabajar menos. No hay otra opción. Y sería de mucha ayuda (en mi opinión, sería fundamental) poderlo hacer con las condiciones (mínimas) para la vida cubiertas.

Soberanías (que nos salvarían)

Sigo pensando que únicamente esas “otras” formas de economías nos salvaran, o al menos nos darán las pistas para esos caminos que ya son imprescindibles si queremos sobrevivir como especie. Las perspectivas de la economía social (transformadora) o la economía feminista tienen un montón de claves para construir esos “otros” modelos de vidas que necesitamos. Ya no es un capricho (nunca lo ha sido, pero hay quien así lo piensa…).

Poner la vida en el centro, dejar de destruir y expoliar, cambiar radicalmente nuestra manera de consumir (y también de divertirnos), atesorar y valorar los trabajos de cuidados que sostienen la vida, cuidarnos en relación, ser soberanas de nuestros empleos, de nuestras vidas, de nuestro alimento, de nuestras tierras y cuerpos. Esto necesitamos. Y es muy muy urgente.

Sinceramente, creo que para este momento, ya debería de haber una huerta cooperativa y comunitaria en cada barrio, un grupo de consumo, asambleas (y tiempo para estar en ellas) en donde decidir cómo abastecernos para seguir viviendo. Tendríamos que poder ser (lo más) soberanas (posibles) y tendríamos que poder estar haciéndolo con ayuda (incondicional) de las entidades públicas.

 

La vida era aquello

Miro con nostalgia la vida de hace dos años. Todo iba tan bien… Después de varios años de terapia estaba aprendiendo a relacionarme. Incluso había comenzado a ir a eventos y a fiestas (de barrio) que me estaban ayudando a (por fin!) aprender a divertirme. Todo se puso en pausa en aquel fatídico marzo del 2020, y temo no volver a dar al play nunca más.

Estoy distópica y apocalíptica. Lo reconozco. Hace unos días vi la peli de “No mires arriba” y flipé. (SPOILER ALERT!!!) Desde que comenzó la peli supe como acabaría, y contra todo pronóstico hollywoodiense, acerté. Me impactó mucho ver como todo terminaba mientras la Vida (esa que no conoce racionalidad ni tiempos lineales) seguía siendo. Seguía ocurriendo. Quizá aún quede alguien ajeno y que no quiera relacionar covid con capitalismo.

Quizá aún existen personas que no ven la relación entre las necropolíticas (políticas de destrucción que llevan a la muerte) y este nuevo-famoso-virus. Más allá de conspiraciones acertadas (o no tanto), lo que ya no puedo/podemos hacer es seguir negándola. Seguir haciendo como “que pasará” si que es ser negacionista. Creo que vienen tiempos complicados. Más aún. Y que estar preparada para tomar las decisiones necesarias, es el reto al que me enfrento, y nos enfrentamos.

La vida era aquello, si, aunque ahora también sigue siendo. En mí, en ti. En nosotras. Juntas. No lo olvidemos.

 


*La foto de este post es del puente internacional peatonal que separa el estado francés del español. Está en mi ciudad, en Irun. Desde que comenzó el virus (que casualidad) pusieron estas vallas. Ahora puedes pasar (si eres blanca, claro) por el puente de al lado, por donde cruzan los coches y donde siempre (otra casualidad) hay patrullas de gendarmes y guardias civiles (cada uno en su lado del puente) haciendo controles. En Irun pasan al año más de 7.000 personas migrantes. Ya son 4 las que han intentado cruzar el rio a nado y han perdido la vida en el intento.

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