Resistirse a la economía de la atención (y mirar árboles)

Resistirse a la economía de la atención (y mirar árboles)

“Como no hacer nada. Resistirse a la economía de la atención”. Este es el título del libro que he leído (con todas mis células) durante este verano. De Jenny Odell, a la cual le he cogido el cariño habitual que suelo coger a mis referentas que siento faro en esto de “construir realidades más tiernas”.

Entre otras están Remedios Zafra-que, por cierto, ¡tiene nuevo libro!-, Erika Irusta.-de la cual recibí la recomendación de este libro, entre tantas otras moviditas inspiradoras-, Mariana Matija-ecologista espiritual-terrenal adorable-, Amaia Perez Orozco-jefaza del discurso de la economía feminista- y Yayo Herrero-ecofeminista llena de ternura-.

Jenny es de EEUU por lo que, como my english is not very good, no le escribiré un mail para decirle lo mucho que me ha gustado su libro. Sip. Soy una grupie-orgullosa de quien lo soy, sobre todo de quien me inspira, y, si puedo, me gusta tomarme el tiempo para enviar un feedback cariñoso 🙂

Quería nombrarlas, así del tirón, porque últimamente, todo lo que de cada una de ellas he bebido en los últimos meses-años, se me ha hecho un rico zumo difícil de separar por frutas. Esto del pensamiento situado y tentacular, como dice Haraway, es al mismo tiempo una maravilla llena de posibles por conectar, y una amalgama caótica en la que encontrar el hilo por donde tirar, se convierte en un reto en sí mismo.

Y justo así es como me encuentro en este comienzo del curso 2022-2023. Un poco en caos, sin saber bien si agarrar un tema, o dejar fluir y ver si mis dedos son capaces de poner algo de orden.

Vacaciones = Tiempo para reproducir la vida con la calma

[Vacaciones, etimológicamente es el nombre de la acción del verbo vacare (estar vacío, desocupado)]

Traigo a mí una y otra vez estos días de re-comienzos, el mantra-poso del mes de no-productividad por excelencia, que suele ser agosto (¿agosto vendrá de a-gusto?1): ¿Puede ser la Vida (algo más) similar a las vacaciones? ¿Acaso no sería todo más sencillo si prestáramos atención a lo que aún late? 2

Soy consciente de que parar 4 semanas seguidas es un privilegio. Sin embargo, por aquí no ha habido grandes viajes (hacia ‘afuera’), ni cócteles a orillas de ninguna piscina (ojo, no querría que nadie se sintiera juzgada, confieso que yo también tuve mi época de ‘todo-incluido’)…

El viaje ha sido hacia adentro (¿acaso alguna vez no lo es?)

Obvio que me han ocurrido aventurillas (¿Qué clase de verano sería si no?), pero he procurado prestarme atención, observar(me en) lo que ocurría, estar atenta a este ‘adentro’ que cada vez siento más enorme. En la mayor parte del tiempo he estado por monte, mar y rio, apenas nada de ciudad, y podría decir que, he andado a la busca y captura del Silencio.

En este encaminarme en/hacia mi misma, he descansado de una ajetreada secuencia de meses productivos y he podido identificar (y en algunos casos realizar) los reajustes de brújula que vivir requiere, sobre todo si se decide vivir “creando” desde el hacer visible lo invisibilizado. ¿Son estas unas vacaciones ‘suficientes’? Haciendo resistencia a mis pensamientos más consumistas y anacrónicos, digo un rotundo Sí.

Atenciones secuestradas y resistencia analógica

Volviendo a lo que quería contarte, el libro cuenta claramente cómo la maquinaria está tan bien montada, que regalamos nuestra atención a aquello que más brilla, a esa “urgencia” que esconde cada notificación, a esos scrolleos infinitos que tan mal nos hacen sentir cuando, por fin, respiramos y la pantalla del móvil vuelve a ser negra.

Todes lo sabemos y, sin embargo, ¡qué difícil es dejar de hacerlo! Creo que en parte es como si nos hubieran contado (y nos hubiéramos creído) que, estando más conectadas (a lo digital) más posibilidades de escapar de la precarización tenemos. “Economía de la atención” es un concepto genial para entender que, tener secuestrada nuestra atención es también una estrategia económica del capitalismo que nos impide tener el tiempo-espacio-disposición-energía para mirar a otros lados.

Jenny no propone un “no hacer nada” desde la pasividad, más bien nos invita a que por medio de la quietud que da el parar (de mirar pantallas, de hacer ciertas cosas «por hacer», etc.), podamos (volver a) mirar lo tangible, lo analógico, lo que (aún) late. Ella habla de la observación activa de árboles y demás seres sintientes no-humanos, y yo, sonrió grande al leerlo mientras que, atónita por ver reflejado parte de mi proceso en el libro, aprendo sobre los árboles, las aves y demás bitxejos que habitan los valles donde vivo.

“Ser Tierra” y recordar las conexiones

También habla de esto Mariana Martija. En unos encuentros (virtuales, sip, internet es la contradicción más gráfica de nuestro tiempo-contradictorio) en los que he participado titulados “Ser Tierra”, comentaba dos puntos que considero fundamentales: 1) la naturaleza no es eso de ahí ‘afuera’, la naturaleza empieza en tu piel, en ti, en mí, porque en realidad, no hay separación, y 2) las conexiones con el mundo natural (que recordemos: no están solo en un bosque silvestre, sino que también están en el árbol de la rotonda de tu barrio y en el aire que respiramos) no es que estén desconectadas, es que las hemos olvidado. Recordar, amiga, el verbo parece ser que es recordar3.

Desde el final del confinamiento, allá por junio del 2020 (y como también te he venido contando por aquí en diferentes post), sentí fuerte-fuerte-fuerte, que la Tierra me llamaba. Le vengo llamando “Operación cuerpo a Tierra” 😉 No fue un grito literal, pero si una tremenda intuición a la que he querido (y estoy pudiendo) dedicar atención y energía. Desde entonces, han pasado 2 cosas importantes: 1) He dedicado tiempo a las plantas de casa, a plantar árboles en un terreno que tengo la alegría de cuidar, y 2) estoy ciertamente intensita con la observación de los seres no-humanos con los que me cruzo a diario.

La mirada en las nubes y los pies en la Tierra

Todo esto de “seguir recordando conexiones” tiene un fuerte vínculo con el proceso de saberme y habitar(me) siendo cíclica que inicié hace ya unos 7 años. Aquello re-conecto (y recordé) esa primera (y originaria) conexión conmigo misma, con mi útero y con la ciclicidad, tanto mía, como de la Tierra y de la Vida. Creo que de esto va lo que dicen las Compas en Resistencia de Abya Yala de Cuerpo-Tierra-Territorio.

En estos últimos meses me entusiasmo cuando veo a un águila ratonera sobrevolar el cielo que miro, y al mismo tiempo, cíclicamente, (normalmente acompañada de la progesterona Premenstrual), lloro al sentir la tristeza que me producen los ríos cada vez más secos, los árboles haciendo fuerza agrietando el cemento y las nuevas construcciones que quieren seguir haciendo aquí o allá.

Soy consciente (y también Jenny lo dice) de que proponer parar y observar puede resultar un privilegio, así, más bien, opino que la cosa va de considerar nuestra atención como el bien preciado que es, y atesorar a quién se la regalamos (y a quién no). Esto de la atención es como la chispa del deseo que, en parte, tiene la capacidad de orientar(nos en) nuestras vidas. Pero habiendo tantas luces chispeantes que quieren ser vistas en nuestro entorno, es probable, que no podamos ver el árbol, ni el bosque 😉

Quizá después de leer este texto te apetezca re-conocer los árboles de tu barrio. Te prometo que la propuesta no te dejará indiferente 🙂 ¡Y ojalá, también así, sigamos re-cordando juntas!


1Pues según esta web (que es la que suelo consultar) no, jajaja, pero podía ser 😉

2 A mi me late esto: Dormir mucho y bien, cocinar rico, disfrutar de la brisa después de un caluroso día, pasear, estar con gente querida, bañarse en el rio o en el mar o donde se pueda, mirar los arboles con atención y crear con el gusto de no tener prisa… ¿Te imaginas un día a día más calmado?

3Recordar, tal y como escribe Galeano en su libro de los abrazos, viene del latín re-cordis, que significa algo así como volver a pasar por el corazón.

*La foto de este post es mía, son los árboles de un parque cerca de mi casa. Siempre que puedo voy a visitarlos y les agradezco que existan 🙂

Poder personal (y con-texto)

Poder personal (y con-texto)

Creo que voy entendiendo de que va esto del ‘poder personal’ del que tanto estoy reflexionando (hablando y oyendo) en este último portal de Venus.

(Por si lo desconocías, estoy ciclando con Venus por segunda vez en mi vida (de forma consciente y prestándole atención, porque ella siempre ha estado ahí). Es un viaje de 18 meses que comenzó en enero de este año. Y ya estamos en el 5º portal de descenso, 3.er chacra, donde Inanna deja su cinturón de oro para continuar con su descenso hacia el Inframundo. Este cinturón dorado esta relacionado con el Poder Personal)

La cosa iría de hacerme cargo completamente de mí misma.

Que dicho así puede sonar sencillo, pero aquí todas sabemos que es bien complejo.

Completamente, digo. Incluso, de lo que aún no soy capaz de ver porque forma parte de mi inconsciente.

Sin que las honras o lealtades que tengo con otres superen los acuerdos que, de manera explícita o no, tenga.

Hacer mi camino.

Reconocerme sujeta de derechos. Siendo consciente (con cariño y amabilidad hacia mí misma) también de mis privilegios.

Con un lugar definido (y que voy definiendo) en el mundo, que me corresponde simplemente por haber nacido.

Sin altanerías ni arrogancias.

Un Lugar. El Mío.

Sin que sea más o menos importante que el de les demás. Porque en realidad, no lo es.

 

Aquí, en esta definición de mi misma, que sin duda es cambiante y a veces, incluso fluida, resido yo (o Yo).

Esa esencia que tan mística suena y que en realidad solo va de saber que existo.

De reconocerlo, de re-conocerme, de reconocérmelo, y ya si eso, de ser reconocida.

Pero ese ser validada, aunque es de gran ayuda y a veces imprescindible, pienso que no debería de ser lo primero.

La primera siempre debería de ser yo, mi propia validación sobre el camino que voy decidiendo.

Decidir, y saber, que en cada una de esas sendas que tomo, está puesto todo mi corazón, y todo mi espíritu.

Toda yo. Entera.

Con mis errores y mis virtudes.

Con quien fui, con quien soy y con quien seré.

Toda yo. Entera.

 

Etimológicamente ‘poder’ significa posere (de poseer) y posse (de ser capaz), si le añadimos la idea de que sea ‘personal’,

como algo que nace en cada individue,

podría traducirse como la capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi ego y de mi esencia, y de todo lo demás que llena ese medio entre estos conceptos ciertamente abstractos.

 

La capacidad de saberme poseedora de mi misma.

De mi historia,

de mi legado transgeneracional,

de las decisiones que tomo en el ahora, de las que tomé en el pasado y me trajeron hasta aquí,

de lo que puedo (y no puedo) decidir,

de con quién me relaciono (y con quién no),

de a qué presto atención (y a qué no).

Poder personal entonces como una máxima interna a la que aferrarse,

que podría servir como lenguaje mismo para traducir (y hacer palabra comprensible para una mente demasiado limitada)

esos deseos profundos y opacos del cuerpo que pulsa por Vivir.

De accionar desde el fuego interno que arde en algún sitio entre el final del diafragma y el comienzo del útero.

 

Así como la palabra ‘Poder’ es también digna de ser resignificada, como estoy ensayando por aquí,

el apellido ‘personal’ también  me genera confusión y cierto rechine.

Creo que el contexto es muchas veces olvidado por la inercia o la urgencia de resolver,

y porque ciertamente lo que complejiza la idea misma es justo esto: El entorno en donde ese ‘personal’ esta ubicado.

No olvidemos que, tal y como tan bien aprendí de mi Amiga S., ‘personal’ e ‘individual’ no es lo mismo.

Aunque así pueda parecer, o aunque así quieran vendernos esta idea algunos dogmas newageros,

lo ‘personal’ no está nunca separado del contexto.

La capacidad de saberme poseedora de mi misma teniendo en cuenta el contexto.

 

¿Cuánto de nuestro poder personal, de esta capacidad de decisión que nace de nuestra chispa de la vida, está directamente condicionado por este entorno que tan fundamental me resulta en el entendimiento de este concepto?

Pues yo pienso que lo está en su totalidad. Que no queda idea ‘limpia’ ni esencia pura dentro de ningune.

Que aún siendo un fuego (en un cuerpo herido) de la que cada una somos responsables,

las condiciones “externas” son muy determinantes a la hora de mantener la llama más o menos radiante.

Es verdad que prestando atención a estas brasas que, en mi caso, a veces, se apagan,

podré mantenerlas (un poco más si cabe) con el mimo y el cariño que merecen.

Pero es verdad, también, que ciertos acontecimientos son como mangüerazos de agua que todo lo apagan.

 

Quizá entonces, esto del ‘poder personal’, además de constar de mantener el fueguito atendido,

también resida en hacernos expertas en encontrar esas piedras y darles caña,

para volver una y otra vez, a prender la chispa.

 

Poder personal: “La capacidad de saberme poseedora de mi misma, teniendo en cuenta el contexto. Y por si acaso, recordar meter en la mochila de herramientas para la Vida un par de Piedras Fuego”.

Sigamos descendiendo…

 

Preovu día 5. 21 de agosto del 2022. Luna menguante

 


*La imagen de este post esta pintada con sangre menstrual. Encuentras más dibujos-experimentos en la Galería de esta web, aquí.

**Si te interesa el tema del ciclar de-con Venus, te recomiendo mucho el proyecto de la que ahora es mi de referencia astrologa y Voz tierna en este camino de Venus, Paula. Encuentras más info sobre su trabajo, aquí.

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