Oda a la Melancolía

Oda a la Melancolía

Adoro tener un balcón (y una ventana) por donde admirar la melancolía durante los días grises.

Nunca pensé que era algo que pudiera estar en las características de un piso…

Mirar pasar las nubes con prisa,

ver como se desprenden las hojas de los árboles color ocre,

respirar hondo y encontrarme en la calma de esta, tan menospreciada, emoción.

En un mundo (o más bien en un sistema) de perpetuas sonrisas impostadas,

parece un privilegio (permitirme) conectar con la más bella de las tristezas a diario.

Transito una preovulatoria cansada.

Sigo en proceso de asentar la obra/mudanza y lo vivido los últimos 4 ciclos.

Han sido miles las decisiones tomadas. Ha sido realmente agotador.

Esta fase “normalmente”(¿era antes, quizá?), no soporta(ba) este estado de conexión con lo que fue.

Ella es/Yo soy toda vida,

rellena de estrógenos que chisporrotean y que a veces, queman mi diafragma.

Sin embargo hoy es domingo, el día del Silencio,

llueve y tengo una cierta sensación de resaca.

Si, ayer bebí champán y celebré con mis amigas que hemos llegado a nuestra nube-propia.

Los ojos se me entrecierran en este mediodía lluvioso.

Es otoño, y el paisaje que veo, en donde también poco a poco me enraízo,

es absolutamente premenstrual.

Si algo sé de mí es que lo de “afuera” tiene efectos rápidos (y determinantes) en el “adentro”.

A veces, demasiado rápidos, y a veces también, demasiadas veces.

Pienso que la nostalgia de lo efímero de la vida, en realidad, siempre esta ahí.

En todas las fases internas, y también en los ciclos externos.

Solo que conectar con ello no es sencillo. No esta bien visto.

Y tener el espacio y la energía para ello (para Ella), no es nada habitual.

La mía asoma cuando el fuego se convierte en brasa,

y normalmente, hay demasiado aire en el ambiente (sobre todo en Preovu).

En Premen es diferente, el viento es más suave, y la quietud algo mayor…

He escrito varias veces sobre “las capacidades premenstruales”,

Sin embargo, aún no he conseguido publicar ninguno de los textos.

Porque aunque siento que la Premen es una reina y tiene muchos puntos fuertes (muchos!),

he sido juzgada de sensiblera demasiadas veces.

Me he sorbido los mocos y he ocultado las lágrimas desde que tengo uso de razón.

Ahora, la tristeza se expresa en mí con (mucha) más calma.

Agarro a la melancolía de la mano, y nos sentamos en el sofá a teclear y a beber infusión.

Diría que en momentos como este,

incluso soy capaz de sentir cierto gozo dentro con Ella a mi lado.

La escena es suave, con olor a regaliz y con las retinas acuosas sin razón aparente.

“Lo que el mundo necesita son hordas de premenstruales” – aún resuena en mi esta frase que un día dijo Erika.

Mi abanderamiento premenstrual de progesterona libre (y liberada),

sigue marcando lo que sale de mi boca en cada ocasión que hablo sobre ciclicidad.

Añadiría, para ti que me lees, que estas hordas de mujeres* lo hiciéramos dejando salir la rabia,

la tristeza y si es necesario (que suele serlo),

que fuera desplegando la fuerza de unas heridas que necesitan y reclaman mucha agua de mar.

Y por supuesto, permitiendo y ensalzando el ansiado descanso nostálgico,

de quien mira una vida que ya fue.

Aspirar a una felicidad eufórica, ansiosa, que no permite la observación ni el párpado,

saboteada con cientos de imágenes hegemónicas e instragrameras

que desgastan nuestros cansados irises con colores y poses artificiales,

me parece uno de los más absurdos quita-vidas que el capitalismo nos ofrece.

Si tengo que elegir, siempre preferiré la calma de la melancolía,

la oportunidad progesterónica de un respirar hondo,

y la introspección calentita arropada (por mi misma).

Incluso aunque a veces, sienta que estando ahí/así no existo.

Y es que ahora que lo pienso, creo que a veces, no existir es bien.

14 de noviembre del 2021. Preovu día 7

Maternidad: Partir del No

Maternidad: Partir del No

Antes de ponerme a teclear el proceso que me ha traído a la enunciación de este escrito (que es lo que haré en las próximas líneas), he de decirte que mi reflexión (como muchas otras) viene alimentada, nutrida, expandida (y acogida) por eternas horas de conversación con Compas de mi coñazón, y concretamente en este caso, fue en un (esclarecedor) hilo de la comunidad Soy1Soy4 en el que la cabeza me hizo boom! y pude comprender lo que (me) ocurría.

También quiero aclarar que es un tema profundamente complejo con el que se (me) abren un montón de recodos oscuros llenitos de contradicciones (bastantes de estas, poco escribibles, (me faltan palabras) además) y que la intención de este post es abrir el debate y auto-afirmar mi camino y mi decisión.

Esto de la maternidad puede parecer demasiado íntimo (en cuanto a circunstancias, bagajes, vivencias, etc.) y es por esto justamente, por lo que me parece (revolucionariamente) político que lo hablemos hasta la saciedad. Sobre todo porque es una decisión que determinará radicalmente toda nuestra existencia. Vale, si, no soy madre, pero tengo fuertes y cercanas evidencias de que esto es así.

 

Destino (único): Madre

Este año exactamente hará 21 años que comencé a ciclar. Y aunque diría que de forma consciente llevo como 18 años cuestionándome el tema de la maternidad, supongo que por género y construcción social, es algo que llevo muuuuchos más años rumiando dentro de forma no-consciente. Seguramente desde que nací y me vieron la rajita, es algo que vive en mí.

Mi relación de pareja desde hace muuuuchos años es con una mujer. Y sinceramente, creo que si no fuera por nuestro ‘ser/estar lesbianas’ y en consecuencia de que no podemos generar un bebé en una noche loca cualquiera, intuyo que ya sería(mos) madres. Durante años exploramos todas las posibilidades (en cuanto a lo técnico y también a lo emocional), luego ella decidió que no y hoy en día pues… (sigue leyendo).

En estos últimos años además, teniendo en cuenta que las treintañeras (casi cuarentañeras) de mi quinta (o cercanas) están pariendo, he visto que este gran interrogante se ha manifestado a lo largo y ancho de todas mis células, haciendo que se tambaleen mis cimientos, poniendo en evidencia la magnitud (complejidad, contradicciones y demás) de la decisión en sí.

Pienso en la cantidad de horas que abre(mos) pensado, balbuceado, hablado del tema, y en cuántas habrán sido para cualquier chico de los que iban conmigo a clase en el cole. Me siento afortunada de haber podido cuestionármelo (taaaaantooooo) con amigas-inspiración, pero pienso en qué hubiera pasado (que pasaría) si todos estos minutos nos los hubiéramos dedicado a nosotras, a cada una, y también a construir juntas esas otras realidades culturales que decesitamos.

 

Lugar (ecosistema para ello): Esta Cosa Escandalosa

Todas tenemos claro que al sistema capitalista, neoliberal, heteropatriarcal, machista… (Esta cosa Escadandalosa, vaya!) le interesa que nos reproduzcamos. Esta es “la misión” en la vida de cualquier (buena) mujer-mujer (así con copyright). Sin criaturas, la producción caería y con esto, la acumulación del capital vería mermada la velocidad de la rueda del “desarrollo”. Dicho de forma simplista, sin reproducción no hay mano de obra. Por lo que nuestra “fertilidad”, ya de base, está fuertemente enraizada en la construcción (y sucesión) ‘Homo Economicus’ que llevamos dentro.

Bajo mi punto de vista, Esta cosa escandalosa no ha generado NUNCA unas condiciones dignas para la reproducción ni para la crianza, y que decir si tenemos en cuenta el momento histórico que vivimos… Necesitamos un ecosistema (de cuidados) acorde a todo lo que esta decisión supone. “Maternar es político” que dice reiteradamente mi querida C. en redes. ¡Y la razón que lleva!

 

Idea (abstracta): El deseo de maternar

Soy consciente de la dificultad tangible de este enunciado. Sé que habrá tantas vivencias como personas (me lean), entonces me (te) pregunto: ¿Dónde está (para ti) este famoso deseo? ¿Dónde se (lo) siente(s)? ¿Cómo se (lo) siente(s)? ¿Cuándo se (lo) siente (sentiste) por primera vez? ¿A raíz de qué?

Sabiendo de la conquista que han realizado sobre nuestros cuerpos-deseos (más aun de las leídas como mujeres*), es imprescindible sospechar la relación de esto (que sentimos) con el objetivo capitalista de que la rueda siga girando “como siempre”.

No tengo respuestas claras en cuanto a esto del deseo de la maternidad. Ninguna. Lo abstracto de los sentires, de creerme, de validar(me) me tiene siempre en vilo… He sentido varias pulsiones en estos años, pero ninguna lo suficientemente clara como para decir ‘Si, quiero’.

 

Alternativa (decidida hasta que me quede sin ovocitos): Nuligestante (de bebés)

Como dato y como palabra que nos hemos agenciado para la resignificación (y para reírnos sanamente de cosas tan serias y solemnes como esta), hace poco mi querida I. fue a la gine y vio que en su expediente ponía que es Nuligestante. Es decir, que nuestra deriva ginecológica se escribe en relación a si hemos gestado (o no).

Hace ya unos años que mi decisión es no maternar. Además de que no me acabo de creer (ni de sentir) esto del deseo maternal, y de que considero que el sistema no es un ecosistema apropiado para traer (más/nueva) vida, mi vida (de adulta responsable que está aprendiendo a relajarse y a ponerse en el centro) está divertida y llena de viajes emocionantes en forma de encuentros, proyectos y escritura (¿he hablado de nuestro libro hoy? 😉 ), por lo que así, está bien.

Hay algo dentro que me dice que el famoso NO, no podrá ser “definitivo”  hasta que me quede sin ovocitos, que por más que lo tenga decidido, la opción a que finalmente sea Si está ahí. Siempre. Por lo que he decido acogerlo por medio de este enunciado: Será un NO en resistencia gustosa y decidida, hasta que sea un NO por plenopausia/menopausia.

 

Maternidad: Se puede partir del NO

La cabeza me explotó, como te decía al comienzo, el día que E. dijo que partíamos siempre del ‘sí’, y que era la deconstrucción/cuestionamiento de este SI (rotundo y con mayúsculas, tan inserto en nuestras bragas y en nuestro imaginario colectivo), lo que cada una podíamos hacer para finalmente decidir. Sin embargo, partiendo del ‘sí’, el ‘no’ es la opción perdedora, ¿¡verdad?! Si partiéramos del NO, y decidiéramos que NO, podríamos simplemente sentir validado nuestro deseo y fin del asunto.

El ciclo menstrual, el ciclo ovulatorio, el ciclo ovocitario (que es realmente como deberíamos nombrarlo dado que ovulo es como se llama cuando el ovocito SI ha sido fecundado) es la muestra de que la “fertilidad” puede dar vida y también puede dárnosla a nosotras mismas. Que podemos decidir maternar y también podemos decidir no hacerlo. Y ambas opciones son bien.

Creo que al igual que no partimos del ‘sí’ para tantas y tantas cosas que determinan nuestra realidad, aquí también deberíamos comenzar a partir del ‘no’. Porque quizá ese ‘no’, pueda darnos nuevos lugares para apostar por esos (otros) deseos que seguro que existen debajo de ese (supuesto, en mi sentir) (en)gran(decido) deseo de la maternidad.

 

Y tú, ¿Cómo lo llevas? ¿De dónde partes? ¿Cuál ha sido tu camino y tu decisión?


*La ilustración de este post es de Laura Arias.

Autoexplotación: No lo haga(mo)s

Autoexplotación: No lo haga(mo)s

Es sabido que el sistema-Patrix en el que vivimos está basado en la explotación, sobre todo para que la acumulación de los famosos BBVAHs (u Homo Economicus, esos mitos que habitan la parte de arriba del iceberg de las opresiones) no deje de suceder.

También y como muy bien sabemos, todas-todes les demás, (sobre)vivimos realidades precarizadas en esos abajos, con varios empleos remunerados (al mismo tiempo), con trabajos diversos (a veces no visibles y en cualquier caso, no visibilizados) y otra serie de quehaceres (proyectos propios, formaciones, quedadas, amistades, compromisos…) con los que a veces, además de ser explotadas, llegamos a auto-explotarnos.

El “¡Tu puedes!” esta a la orden del día y no olvidemos que es un lema capitalista orientado a que estés como estés, sigas produciendo.

 

Entusiasmo: Gasolina para el alma (que puede explotar)

La marca personal, el proyecto propio, el alzar la voz aquí o allá, el decirnos para existir esta de moda. Surfeando esta ola estoy yo misma. Esto, es una maravilla para nosotras, tanto a nivel individual como colectivo. Porque nos da bizipoza (alegría de vivir en euskera) y porque ya era hora de que nuestras voces (y vísceras) sean nombradas y escuchadas. Podríamos decir que en muchos casos esta gana-fuego nos arde dentro y necesitamos expresar lo que sentimos, lo que sabemos, lo que hacemos. Y hacerlo hoy en día es relativamente fácil gracias a, como dice Remedios Zafra, nuestras habitaciones propias conectadas (al menos, las que tenemos el privilegio de tenerlas, habitaciones propias e internet, digo).

Transmitir este entusiasmo que nos da hacer/decir algo (con el compromiso hacia una misma que esto implica) es sin duda algo ilusionante, que conseguimos (en gran medida) a golpe de click, pero que sin embargo, lleva implícitos un montón de trabajos de los que, a menos que seas una profesional del tema (o sea que antes de emprender (como odio esta palabra por cierto…) por tu cuenta ya te movías en el mundillo), normalmente no somos capaces de ver (y menos aún de hacerlo con anterioridad).

Al tiempo de arrancar un proyecto nuevo, y después de la fase clásica del “enamoramiento”, según mi propia vivencia y en la de proyectos que acompaño, existen 2 posibles devenires. Uno: acaba la época de subidón, los trabajos no demasiado “recompensantes” se convierten en rutinarios, la burbuja estalla y termina el asunto (llega el fin del proyecto). O dos: comienza lo que muchas estamos sufriendo y que podríamos nombrar como “la auto-explotación que nos mantiene vivas y existiendo, y al mismo tiempo nos hace ir patinando en la vida”.

El iceberg de tus trabajos y empleos

Como sabes uno de mis totems (y con el que mi cabeza sigue haciendo boom!) es el famoso iceberg de la economía feminista. El otro día lo miraba y observaba que si colocamos los frentes en donde invertimos tiempo y energía en él, apreciamos que arriba (en la zona privilegiada) está el (o los) trabajo(s) remunerado(s) o empleo(s), y abajo, en la zona que sostiene esta cima, tendríamos todas esas otras proyectos-trabajos-ocios-relaciones que son fundamentales para que lo de arriba se sostenga (o sea, sintamos/tengamos una vida más allá del empleo, que manda narices el tema…) y que sin embargo no siempre les hacemos el caso que deberíamos.

Como si de los trabajos de cuidados a nivel global se tratará, en nuestra propia realidad-iceberg, y teniendo en cuenta que organizamos nuestra vida en torno al empleo, abajo, estarían las acciones que nos cuidan a nosotras mismas. Que nos dan (algo de) ilusión y esperanza. En esas aguas subterraneas, estaría también ese proyecto propio en el que estoy centrando este texto. ¿Sabemos que es lo que pasa con esa parte que sostiene, verdad? Básicamente, precariedad de tiempos-energías e invisibilización.

 

Eso que da tanta alegría (y que también cansa): Ilusión y Trabajo(s) en tiempos de pandemia

Desde el comienzo de este proyecto supe que la perseverancia, mi propio proceso de “profesionalización transformadora” y los tiempos-energía dedicados a los quehaceres del proyecto, serían los grandes retos para mantener esta barquita-proyecto a flote. Y así esta siendo.

Es una negociación constante entre un montón de factores. Uno muy determinante es qué acciones concretas desarrollo para el proyecto, como escribir, leer, compartir, preparar talleres, etc. otro muy potente (y que me trae infinitos y cíclicos dolores de cabeza) es el uso que doy a las redes sociales virtuales y procurar que no sean ellas quienes me usan. Sin embargo, siempre me topo con la siguiente pregunta: ¿Una existe si deja de publicar en redes sociales virtuales durante un tiempo?

Hay vida más allá de las redes sociales virtuales. Lo sé (teóricamente) aunque aplicármelo, me trae de cabeza.

En estos últimos ciclos me he sentido profundamente cansada. Se me han acumulado proyectos, y algunos han dado más complicaciones (y trabajo) de lo que imaginaba o preveía. Me pasa ciclicamente y ahora a todo se le suma el factor-covid. Por lo que me he sentido autoexplotada. Intentando escribir sin ganas, publicando por publicar y lo mas grave, yendo a algún encuentro presencial sin un ápice de ilusión. Aquí me salto la alarma.

Los efectos de la pandemia llamada covid son grandes, pesados y con muy poca oportunidad de despresurizar-nos. Ya no hay fiestas, ni quedadas espontaneas, no hay abrazos que avivan la chispa, ni excursiones a la provincia de al lado. La vida esta cansina, y si a esto le sumamos unas exigencias internas tan tremendas como las que nos impone el tinglado capitalista-productivista, pues una de repente arde en lo que era su cálido fuego-ilusión.

Estrategias para resistir a la autoexplotación (no arder y cuidarnos):

No soy de tips. Lo sabes. Sin embargo, me suele gustar acabar los post con ideas que a mí me están funcionando (y que además esta genial que me recuerde). Aquí tienes algunas:

Midiendo tiempos-energías: Así como sabes cuanto tiempo te lleva(n) tu(s) empleo(s) remunerados, se igualmente (o más) honesta con el tiempo que tienes para dedicarle a tu proyecto, y procura ceñirte a esas horas. No por estar más tiempo sentada frente a la pantalla todo ira mejor.

-No vas a forrarte: No nos engañemos, teniendo en cuenta lo que cuesta ser autónoma (y los gastos de impuestos y gestoría asociados que conlleva), ¿Cuántas de las Compas que tienen un proyecto propio viven de los ingresos que este les genera? Es probable que combinar varios curros sea la maldición de nuestra época. Asumamos-lo y dejemos de pensar que hay sitio para todas en la cima. Dejemos de querer/creer ser un BBVAH. Sobre todo porque nosotras no queremos que haya cima.

-Existir más allá de las redes sociales-virtuales: Considera bien donde compartes tus contenidos y porque lo haces ahí. En estos tiempos de clicks y likes, a veces, no somos conscientes de que estamos regalando nuestro más valiosos saberes (y horas) a las grandes corporaciones de siempre.

-No solo de ilusiones vive la mujer*: Estate siempre atenta a la remuneración económica que te dan los trabajos por los que te contratan. Procura siempre que se valoren tus ideas y tus procesos de creación. Es maravilloso ponernos compartir saberes, sin embargo, esta siempre bien considerar que si nos dan para llenarnos la tripa, es mucho mejor.

-Más allá del dinero: Observa también esas cosas no-remuneradas pero que tanta vida te da tu proyecto. Hazlas visibles, compártelas! Necesitamos nuevos modelos de ser profesionales más allá de títulos, dinero, status-quo y demás movidas viejunas.

-Ciclicidad, siempre ciclicidad: Cada fase tiene sus potencias y sus límites. Pon estas de tu lado. No siempre estamos en el mood de crear, ni de compartir. Estar atenta a como danzas con tu ciclo es siempre (siempre) fundamental.

-Respira y di no: No por más hacer ni correr, llegaremos más lejos ni antes. A mi aún me cuesta mucho decir no, sobre todo cuando lo que me ofrecen me apasiona (me pasa mucho). Pero en esto de ser honesta conmigo (y con el proyecto), descansar (en todas sus modalidades posibles) ha de ser prioridad si no quiero hacer(me) campo quemado.

Y tu ¿alguna otra idea que te funcione en esto de encontrar ese (imposible) equilibrio entre la ilusión y los trabajos para currar gustosamente y sin auto-explotarte?


*La ilustración de este post es de (la siempre inspiradora) Paula Bonet.

A N S I E D A D

A N S I E D A D

Casi diría que es un instante.

Una chispa que, tras un momento cero que explota al observarlo,

vuelve a  “encenderme”.

Es un diminuto destello el que hace que comience la fiesta del famoso up estrogénico.

La (aún) suave luz-estradiol ha comenzado a brillar en mí.

 

Los abismos premenstruales y el tiempo efímero flotando en la oxitocina menstrual

quedan atrás como si hubiera sido hace décadas.

Ahora, la llama esta prendida. Más y más grande a cada rato.

Hasta que, en apenas 48 horas, el fuego que observo (y que me quema),

se vuelve inabarcable.

 

Los pensamientos se agolpan en un cuerpo que aún expulsa flujo marrón.

Las ilusiones, las cosas pendientes, las ideas “maravillosas y urgentes”,

y las frustraciones de-todo-lo-que-no-podrá-ser, se apilan una encima de la otra.

Retroalimentándose en bucle.

Perdiendo cada cual toda definición.

Uniéndose cual chicles bajo el sol de agosto.

 

Qué esa llama arda (demasiado) fuerte es mi temor:

A N S I E D A D

He sabido (me he permitido) nombrarla hace escasamente 2 ciclos.

Había escuchado antes los relatos de muchas sobre este (no)estar.

También recuerdo sentirla durante el confinamiento de hace ya un año.

En mis últimos giros-ovulatorios me he sentido incapacitada para mis quehaceres “rutinarios”.

¿Hago demasiado? ¿Demasiado poco?

Malabares en bucle sin llegar a sitio seguro entre estos dos interrogantes afilados.

La siento con fuerza (con m u c h a  f u e r z a) en la fase Preovulatoria.

Sin embargo sé, que vive en mi desde que tengo uso de razón.

Miedo al miedo. Qué la vida de susto a cada paso y que esto te haga vivir angustiada.

 

Ser suficientemente suficiente.

Llegar a todo.

Y si no, autoimponerme más y más tareas/cosas ajenas a las que llegar.

(Estímulos y más estímulos que no me da tiempo a procesar).

Exigir-me, para conseguirlo. Todo lo anterior. A la vez.

En bucle. Hasta que la llama mengua por el (últimamente tan ansiado) poder progesterónico.

 

Se me anuda el diafragma.

El pecho parece de hierro armado.

Dejo de poder respirar.

Me encojo. Respiro peor.

Agotamiento profundo. Cansancio extremo.

Y otro nuevo pensamiento-idea-frustración-exigencia. Otro estímulo.

En bucle. Hasta que me voy a pasear, o hago taichí, o escribo en mi diario.

 

Alivios temporales, sin embargo.

Sobre todo, teniendo en cuenta que somos muchas (tantas…) las que aquejamos de esto.

Las que ardemos en nuestras propias frustraciones, exigencias y enfados. A las que la llama nos consume.

(Al hablar de esas Otras, que quizá también me leéis, aún y todo me siento brutalmente privilegiada. Pero hoy, ahora, no quiero seguir alimentando esto que alimenta el bucle…)

 

Hoy escribo para dejar de temer.

Para aliviar con agua de mar las heridas de este fuego común.

Porque no es justo que tantas y tantes nos vivamos ardiendo en nuestras tripas.

Cada ciclo. Cada fase. Cada etapa.

Cada vez que salir a un mundo creado para Ellos, se nos queda grande/incomodo/doloroso/demasiado/…

 

Y podría decirte que encontraremos las herramientas para aprender a canalizar-la(nos), a contener-nos (juntas),

(cosa que también hare/haremos),

pero joder, el mundo-sociedad no debería de dar tanto miedo.

Nunca una chispa que anuncia renacer, energía, ilusión, folículos-vida estimulándose,

debería verse absorbida por el estrés de la precarización de la vida.

 

22 de marzo del 2021. Preovu día 5.

 


*La imagen de este post es de Elvira ilustra

**En el anterior artículo te contaba que mi Casa-Blog quiere ser comunitaria. Si te animas a escribir algo, AQUÍ tienes los parámetros. Si tú también tienes (o has tenido) ansiedad, puede ser un temón 😉

Blog Comunitario: ¡Vente a escribir (e inspirar)!

Blog Comunitario: ¡Vente a escribir (e inspirar)!

Llevo con esta idea muuuucho tiempo. Abrí la web y el blog (ya hace casi 5 añazos) porque quería tener un espacio propio. Como nos contó Virginia Woolf: “Una habitación propia” dentro de esta macro-nube que es internet. Lo necesitaba. Quería comunicar mis pajeos, sentirme acompañada en las horas de tecleos que paso. Que mis textos no quedaran únicamente en los diarios o en los documentos escritos aquí y allá, que eran solo ‘para mí’.

Y han sido años de muchos post. Muchos. Muchos más de los que imaginaría. Y no es que ya no vaya a escribir más, eh?! ¡Con lo que me salvan las letras y lo que me encanta investigar!

Cada texto lo escribo y re-escribo varias veces, lo reviso, lo corrijo, pido que me lo corrijan (especial agradecimiento por esto y por tanto a mi Compa I.), lo maqueto, busco la ilustración, lo subo todo, escribo la newsletter y finalmente le doy a ‘enviar’. Luego lo muevo en redes si me queda algo de tiempo… Es un trabajo que me flipa, aunque es un trabajo.

“Escribir y publicar no es lo mismo”, me dijo una vez mi querida Erika. Y no lo es. Al darle a publicar un escalofrío me recorre siempre, incluso cuando no sabía si había alguien al otro lado recibiéndome… Tuve la suerte de tener un espacio seguro donde practicar con esto de la escritura y el ‘que me lean’. Mi comienzo ‘en público’ con el arte de las letras (desde el cuerpo) fue en la comunidad Soy1Soy4.com. Y fue un regalo. Uno de tantos que me ha dado (y me da) participar y trabajar en este proyecto.

 

Abriendo(te) las puertas de mi Casa-Blog

Otro de los objetivos de ‘dejarme leer’ fue inspirar con mi Voz. Ahora (agarrando de la mano a la vergüenza que tantas veces me ha dejado agazapada) te digo que sé que en algunos casos lo he hecho (y lo hago). Suena jodidamente arrogante esto, pero ¿Por qué no aceptar que es mostrándonos como inspiramos a otras, y que, hay Otres que nos inspiran mostrándose? Así lo siento yo, y esto, es realmente determinante para caminar hacia Vidas que merezcan (la alegría) ser vividas. Porque nos validamos en relación. Y es con esas Otras con quienes creamos nuestras subjetividades y con las que damos los pasos. Inspirándonos e inspirando.

Y es desde aquí desde donde decido abrirte las puertas de mi casa-blog. Porque te necesitamos. Necesitamos tu Voz. Necesitamos todas las voces posibles para crear esas ‘otras formas’ con las que tanto fantaseamos. La tuya también. Déjate ser inspiración, amiga.

Soy consciente de que escribir y publicar puede dar un poco de susto y mucha imposturía, sin embargo, y aunque mi propia impostora me diga que esto no te va a parecer una súper idea (y me quede haciendo cri-cri como una grilla solitaria, sobre todo teniendo en cuenta que en mi entorno más cercano es una idea que inoculo sin mucho éxito desde hace tiempo), ME LA JUEGO. Me (la) he jugado mucho con el proyecto, y es que en realidad, lo más importante es seguir jugando! Entonces, ¿te vienes a jugar?

 

¡Vayamos a lo práctico!

Si te apetece publicar algún texto en mi blog, estos son los parámetros:

  • El texto será de un máximo aproximado de 700 palabras (entre 1 o 2 hojas en el editor de textos a tamaño 11 aprox.)
  • Sirven todos los formatos de escritura: Poesía, ensayo, relato, vivencia… e incluso si no sabes catalogarlo en ninguna es bien-bien (A nosotras también nos cuesta mucho definir la categoría de nuestra criatura-Libro!).
  • Puede ir firmado con tu nombre real y/o web personal/proyecto o puede ser anónimo (o con un seudónimo que también mola mucho!)
  • La ilustración puedes hacerla tu misme (sirve una foto, un collage, pinturas con sangre menstrual o realizadas con materiales más clásicos 😉 ) o puedes mandarme una que te mole, siempre y cuando, puedas citar la fuente de la persona creadora
  • Las temáticas que me parece que encajan en el blog son las que tengan relación con el ciclo menstrual o la perspectiva cíclica (fases y vivencias monstruantes (o no), todo tipo de procesos relacionados con nuestros úteros, vulvas o cuerpos/cuerpas, la creación de tu proyecto, feminismos, …) y las que tengan que ver con maneras de organización (tanto económicas como sociales). Si tienes dudas sobre si la temática encaja o no, mándame la propuesta y lo miramos juntes ^^
  • Los textos pueden estar escritos en castellano o en euskera (son los idiomas que controlo)
  • Dicho esto, si te apetece compartir-nos algún texto, mándamelo a: Enara@viviendoenciclico.com
  • Este blog es, por supuesto, un espacio seguro. Los comentarios son (siempre) moderados antes de su publicación, y de esto me ocuparé yo. Obvia decir que en mi Casa-blog (que ahora si quieres también puede ser la tuya) nada de troleos, ni de cosas chungas.

 

Aquí lo dejo, porque lo que quiero es leerte ^^

¡Anímate, de veras que estoy segura que tienes mucho (rico, interesante, gustoso, emocional, confrontante, divertido…) que contarnos!


*La imagen de este post es de ‘Caja de letras‘.

No queride, no soy ‘La Perfecta Menstruante’

No queride, no soy ‘La Perfecta Menstruante’

Me he dado cuenta de que esto de ‘la hegemonía menstrual’ que te contaba hace poco, no es únicamente algo teórico. Desde que divagamos (y nos clareamos) en la comunidad Soy1Soy4 sobre este tema, y desde que escribí el post sobre ‘Cultura Menstrual normativa’, he seguido pensando en esto, y también he recordado vivencias que me han hecho preguntarme: ¿Por qué hay personas que piensan que por difundir cultura menstrual, yo soy una top del tema en mi cuerpo? ¿Qué ha podido ser lo que les haya llevado a sacar conclusión?

No, no, no queride. Ni de coña soy la perfecta menstruante (termino-flecha que acuñó Erika Irusta en este artículo), y más te diré: la menstruante perfecta no existe. Obvio. Lo sabes. Pero, ¿así te vives? Yo no. Obvio. La perfección me persigue desde niña y sigo dando pasos hacia ese ‘aceptar’ mis imperfecciones reconociendo mis límites y limitaciones, mientras que pongo en valor (y al servicio) mis dones y talentos.

“A ti seguro que no te duele la regla”, “Bah, tú en eso sabes cómo gestionarte”, “Seguro que tu controlas todo”… Han sido frases concretas que se me han quedado clavadas, y otras muchas veces han sido miradas que dicen más. Sin por supuesto querer hacer sentir mal a nadie y más bien realizando un ejercicio de autocrítica (las normatividades y prejuicios se nos instalan dentro tan rápido que da miedo, y a veces, una se sube a pedestales sin saber cómo ha llegado ahí), vengo a contarte como es la realidad de mis fases ahora, en estos últimos ciclos. Porque si algo voy aprendiendo también, es que la ciclicidad no implica ‘conocerse’ una vez y fin, va de no perderse de vista nunca:

 

MI MENSTRU

No me duele la menstru. Si, esto es verdad. La sangre suele llegarme suave y en el último ciclo tuve una revelación: Me sentía tan en calma que sentipense que, una menstruación sin dolor es el mejor estado del alma. B me dijo que esa sensación se parecía a la oxitocina del embarazo. Y yo, sonreí.

Me siento una suertuda con esto. Y aunque pueda leerse como un privilegio, tenemos que considerarlo un derecho. Antes me dolía más. Mucho más. Quizá sea el proceso que sigo de escucharme de forma activa. Intuyo que tiene que ver. Quizá sea la copa menstrual y también las compresas reutilizables hechas con amor por compas bonitas. Seguramente sea un poco todo.

En cualquier caso, dejo por aquí escrito que si le duele a une, nos duele a todes. Y que a veces, como te cuento a continuación, el ciclo menstrual duele aunque la sangre al llegar no lo hago.

 

MI PREOVU

En esta última temporada estoy odiando esta fase. Hemos sido muy amigas hasta que me he dado cuenta del espiditismo (de speed = velocidad = estrés) al que me llevan los estrógenos en esta primera fase del ciclo, y a veces, incluso cuando aún asoma algo de sangre marrón-final.

La manifestación de fantasmas auto-críticos se pone en marcha y asoman la insuficiencia, la rectitud, la velocidad, y sobre todo la impostora. Una impostora que insiste una y otra vez en que no hago lo suficiente. Y en que todo lo que hago, está mal. Fatal. Mal. Muy mal. Todo malamente.

Entonces, con esta bulla dentro, se me empiezan a contraer las tripas y cuando se me ocurre respirar, observo disgustada la bola de ansiedad que tengo en la boca del estómago. Procuro irme al monte o a dar un paseo, sin embargo, esta (imprescindible) gestión suele resultar una ‘pérdida de tiempo’ para el entrenador de gimnasia que llevo dentro. Y el bucle sigue, y el diafragma se convierte en una bola gigantesca que palpita muy fuerte. Y subo en picado a los infernales ‘abismos preovulatorios’.

 

MI OVU

Hasta hace un poco mi Compa I y yo nos reíamos mientras afirmábamos conspirando que esta fase era un mito (o un timo). Que ni libido, ni mujertez, ni nada de nada. Que nosotras no compartíamos ninguna de las características del arquetipo. Además, desde que supe nombrar mi cuerpo/mis fases, descubrí que he vivido los primeros 15 años de mi ciclicidad en esta fase de forma perpetua (cara al público siendo impertérritamente-simpática-todo-el-tiempo), por lo que sé, que desde que le puse nombre (y en consecuencias, existió), me cae bastante mal.

Aunque como decimos en la asociación Ara!Gorputz: “La ovulación es la cuestión”, y ovular es lo más importante para el ciclo menstrual pueda ser, el princesismo, la moñeria, la maternidad como máxima expresión de/en la vida, ese mujer-mujer que se asocia con esta fase me siguen chinando mucho, y aunque aún no he descubierto en su totalidad cómo se expresa este comienzo de la progesterona en mí, la calma que siento es muy aligerante después de varios días de exigencia máxima. Ah! Y últimamente me estoy encariñando con mi libido 😉

 

MI PREMEN

Es mi fase estrella. Pero vamos, que me dicen esto hace 5 años y me rio yo en la cara de quien osara decir semejante barbaridad… Una vez más, cuando supe de la existencia de este momento en el ciclo, y pude nombrar-me, sentí una profunda liberación. ¡Seguramente es la epifanía máxima en toda mi vivencia como cuerpo menstruante! Me ayudó mucho saber (además) que, había/hay más compas que lloraban cada mes, que había más compas que tenían cientos de dudas existenciales en esta fase, que había más compas que no entendían porque antes de que la sangre llegue, su vida se convierte en un auténtico tormento abisal. Poco a poco comencé a reconciliarme con la progesterona, e incluso a abanderar el club de las que consideramos que decesitamos un mundo (mucho más) progesterónico.

Sigo aprendiendo a fluir con/en esta intensa fase. Me parece un camino súper complejo. Somos unas valientas aprendiendo a vivir desde/con esta hormona en un mundo hiperestrogenizado. Es duro bajar a los abismos y ver las heridas que desbordan. Es jodido dolerse con lo propio y también con lo ajeno. Es terrible encontrarse sola transitando esto.

Quizá justo estas sean las claves que he descubierto para vivir-me (más) en calma cuando el ciclo va terminando: Saber que atendiendo los abismos encuentro tesoros, empatizar solo hasta donde pueda acompañar y estar acompañada de cómplices que entienden el idioma Balleno y que sostienen las cuerdas en esta espeleología mensual.

 

¿Y TÚ?

Como ves he utilizado las 4 fases arquetípicas-típicas para el relato. Sin embargo, sigo en la búsqueda de más, de otros y otres arquetipos que habitan en mí, y que al igual que los estados hormonales, tienen sus luces y sus sombras, sus límites y sus dones.

Y también como ves, no soy la perfecta menstruante. Ni de coña. Tampoco quiero serlo. Si de algo me he dado cuenta en este tiempo es de que, la perfección-exigente y la alegría-espontanea no suelen ir de la mano. Y si he de elegir quien quiero que me acompañe a vivir una vida que merezca, sin duda, me quedo con la alegría (de la imperfección).

Me encantaría saber cómo vives tus fases, y cuáles son las ‘perfecciones arquetípicas’ que has notado en ti, o que te han comentado. ¡Para no crear nuevas hegemonías, necesitamos todos los relatos! ¿Nos cuentas?


*La imagen de este post es un dibujo realizado con sangre menstrual por una servidora. He actualizado la Galería, en donde puedes encontrar este y otros muchos dibujos-(espero) inspiración.

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