Hace unos días una Compa-Prima me presento (virtualmente) a Lorena Capbal. Hace tiempo que tengo en mi campo de visión a los feminismos comunitarios que se mantienen como la más feroz de las resistencias en Mesoamérica y en Sudamérica, y Lorena es una Mujer con Voz que proclama la potencia de hacernos cuerpo, de acuerparnos, tanto cada una con una misma como siendo al mismo tiempo territorio-cuerpo.

También leí este artículo en el que se propone trascender nuestro hedonismo triste y caminar hacia un decrecimiento feliz, tomando como punto de partida una política de la empatía, y tal y como cita textualmente: “Esa actitud serviría para inmunizarnos de la politización del miedo y, con un poco de suerte, facilitar la transición hacia una cultura económica socialmente deseable y ecológicamente viable”.

Entonces ¿nos acuerpamos mientras decrecemos? ¿Es más sencillo decrecer estando acuerpadas?

 

Vivir creciendo la cabeza (y alimentar el hedonismo)

A veces pienso que si nuestras cabezas tuvieran músculos, seríamos unas verdaderas campeonas en halterofilia-cerebral. Tendríamos chocolatitos en la parte delantera y unos tendones bien marcados en la trasera. Por suerte (digo yo) no musculamos esta parte del cuerpo, aunque adquirir conocimientos (y certificados que lo acrediten) parece ser una de nuestras misiones en este nuestro existir occidental.

Cabezas con manos que producen, que dadas las condiciones precarias, las políticas ‘austericidas’ (término acuñado por algunas Compas que trabajan desde la Economía Feminista con el que se expresa que la austeridad de las políticas institucionales son suicidas) y esta vorágine del productivismo que además no da para la suficiencia de una vida digna de vivir, imaginar otras realidades posibles se nos antoja complejo y lejano.

En mi opinión-vivencia estamos alejadas del cuerpo porque estamos alejadas de nuestro ser mas primario, corpóreo y sexual (o quizá es al revés). Hemos olvidado (o nunca nos lo dijeron) que somos seres sexuadas, cíclicas, con un cuerpo que late, animalotas carnales y terrenales, y que de ahí es de donde nacen nuestras Decesidades mas auténticas.

Sin caer en esencialismos ni términos confusos como «la feminidad» o «la autenticidad» (otro día divagamos sobre esto) me pregunto: ¿Dónde está Esto? ¿Dónde en todo esto estas Tú? ¿Cómo saber qué es lo que me late entre vísceras entre tanto estímulo y crecimiento cerebral? ¿Cómo unir esto que siento yo y hacerlo común (también) al territorio-cuerpo? ¿Cómo ser resistencia ante la(s) acumulación(es) a las que nos lleva la inercia?

 

La (finita) espiral caracol

Les caracoles (si, genero neutro para un animal hermafrodita) me resultan realmente inspiradores en este proceso de volver a mí. Estos bitxitos viscosos (y extremadamente vulnerables) los cuales llevan encima su propia cueva para guarecerse, protegerse y vivir, nacen con un cascaron diminuto que va creciendo al ritmo de su evolución individual con la forma casi-mágica de la espiral Fibonacci.

Una vez llegan a su momento ‘adulto’ la concha deja de crecer, quedando exactamente en el centro el trozo con el que nacieron. Por lo que saben parar de crecer (sabia naturaleza) y lo hacen exactamente en el momento en el que si aumentaran el tamaño no podrían ‘arrastrar’ su hogar. Justo entonces es cuando comienza en elles su época de procreación, lo que sería equivalente en nosotras al momento de creación, expansión, o lo que más llanamente podría expresarse como ‘Vivir tu vida desde ti para ti, considerando a las demás y en el territorio-cuerpo en el que estés’. También me surge la reflexión de que el trocito de concha con el que nacieron (su esencia misma), se mantiene justo ahí, en el centro de su existencia y que al mismo tiempo nunca deja de ser su Casa.

Por lo que paran de acumular tamaño de concha sin abandonar la protección que al nacer les fue dada, justo en el momento en el que hacerse más grandes, implicaría morir de exceso de acumulación. ¡Son realmente inspiradores!

 

Caracolas sin cascaron

Este molusco que hoy te traigo tiene montones de depredadores a su acecho (sapos, aves, orugas, aves…), para nosotras (y para la Tierra) el depredador por excelencia es el sistema creado por (y para) el Hombre Económico. Son cientos de transversalidades las que nos vulneran y todas son nacidas de ese mito que perpetua el crecimiento ‘cabecil’, la acumulación capitalista y que en consecuencia nos aleja de lo más carnal.

En Premen tengo enviada de les caracoles, me encantaría llevar puesto un cascaron donde guarecerme en cuanto huela un depredador.

Desde peques nos incitan (u obligan de formas sutiles, o no tanto) a abandonar ese trocito de cascaron diminuto con el que nacimos y nos colocan una especie de concha de hormigón predefinida, cincelada y llena de expectativas (la cultura hegemónica se reproduce desde aquí). No habrá por tanto curva de Fibonacci posible porque el destino pareciera escrito ya ahí mismo. En la mayoría de estas nuestras concha, se puede leer: CRECER, TENER MÁS, SER ALGUIEN, ACUMULAR, GUARDAR… (Y si además hemos nacido leídas como mujeres se le añadirían los clásicos de: «Se buena», «estate calladita» y ese largo etcetera que de primer cuerpo conoces).

Nos arrancaron nuestro centro con el que algunas vez supimos que nacimos como seres sexuadas, y que ahí, en esa esencia sexual, estaba nuestro potencial mas individual, nuestras decesidades más auténticas y la verdadera maestría para hacer de todo esto un territorio-cuerpo-común.

Hablar de decrecer felizmente pudiera parecer un oxímoron. La precariedad a la que somos empujadas y el lema absoluto de «sálvese quien pueda» son lo que vemos cada día al salir a la calle. Se (de primer cuerpo) que abandonar la idea de propiedad privada como guarida-cascaron ‘estable’, que dejar de comprar ropas cosidas con manos sangrantes, que procurar comer alimentos que no hayan recorrido miles de kilómetros o que soltar/modificar esta productividad que nos mata, suena muuuuuy difícil. Además, nuestra propia vorágine del día a día nos lleva a no tener tiempo físico para cuestionarnos nada más.

En este punto vuelvo a las preguntas del principio, doy una vuelta a la espiral y añado alguna otra: ¿nos acuerpamos mientras decrecemos? ¿Es más sencillo decrecer estando acuerpadas? ¿Podemos cuestionar y transitar estos caminos juntas? ¿Y si atendemos a alguna de estas decesidades individu-colectivas en una fase concreta de nuestro ciclo?

 

Decrecer acuerpadas (Seamos Manada de caracolas!)

Por muy diminutas e insignificantes que nos puedan parecer las acciones/reflexiones individuales o colectivas, y por muy lentas que puedan parecernos que van, (al ritmo caracol, y tal y como dicen algunas Compas decrecentistas: «Vamos lento, porque vamos lejos») son imprescindibles y necesarias, porque además de que cada una de estas acciones es un experimento nacido/replicado desde nuestras entrañas, sirve para la creación de nuevas formas de organización de la Vida. Cada una es un experimento vivo, que muta, que se adapta, que (de)crece desde abajo y en relación. Harán falta muchas prueba-error, aunque lo que está en juego ¡Bien merece la alegría!

Hay diversas formas de acuerpanos: Cada una con ella misma, cada una en relación con otra(s), cada una en contacto con el territorio-cuerpo, y todas, en relación con nuestra viva (y finita) Tierra. Sirven las relaciones en las que los cuerpos están presentes y pueden tocarse, y también las que en nuestra era virtual, se hacen voz-palabras-texto y viajan por ondas de dispositivo a dispositivo. En cualquier caso, ser Manada se antoja indispensable en estos tiempos en los que como bien dice Amaia Pérez Orozco: «habrá decrecimiento eco-feminista o habrá barbarie«.

También hay diversas formas de decrecer: Algunas de responsabilidad individual (como observar mis hábitos de consumo, analizar mi gestión del tiempo, registrar mi ciclo menstrual ;), estar atenta a como es mi forma de relacionarme…) y otras de gestión colectiva (como las cooperativas de servicios locales, las quedadas en las que surgen debates interesantes mientras nos bebemos una cervezas autóctonas, los diversos colectivos de movimientos sociales, los grupos de consumo o las huertas colaborativas, los abrazos un día cualquiera en un momento cualquiera, las tiendas de ropa que promueven la sostenibilidad, las conversaciones donde las palabras atraviesan la piel, los proyectos que nos invitan a organizarnos de formas no-jerárquicas…).

Aquí tienes algunos de los Eco-Recursos que he ido recopilando para caminar en esta dirección-caracol y que en mi opinión, haciendo que sean procesos colectivos, acuerpados, abrazados y sostenidos, serán mucho más sencillos de transitar. Si no encuentras razones por las que decrecer, si te parece una exageración y si te gustaría pegarte un viaje al encuentro de otrxs humanxs que habitan la Tierra, puedes ver esta fantástica docu-pelicula titulada HUMAN que seguro no te dejará indiferente.

 

Hay una única cosa en la que les caracoles no me inspiran: son animales solitarios, en realidad, es porque yo también lo soy. Por lo que me quedo con esta frase-artículo-inspiración de Yayo Herrero y sigo nadando mientras decrezco acuerpada: «Igual caminamos hacia el colapso pero no es lo mismo caminar sola y rodeada de hostilidad, que hacerlo acompañada de la mejor gente que hay en el mundo».

 

*La ilustración es mía. Esta vez en vez de sangre menstrual, he utilizado acuarelas-clásicas ?


En que me ando…?

✔Esta tarde estaré en Hernani (Plaza Feminista) haciendo la segunda sesión del Menstru-taller. Si tú también quieres que nos encontremos, me contactas desde aquí (no hace falta un grupo grande ni infraestructura concreta, basta con un grupo de amigas, unas infus calentitas y un espacio protegido).

✔El 20 de Mayo (domingo) volvemos a Lea Espazioa (Aulesti, Bizkaia) con la propuesta de taller de día completo sobre ciclo menstrual y ginecología autogestiva. Será en euskera. ¿Te animas? Bazatoz? Aquí encuentras mas información/Hemen daukazu informazio gehiago.

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